El pensador francés Ernesto Renan dijo que lo único que le hizo comprender la noción del infinito es la estupidez humana, lo que expone en otros términos nuestro distinguido columnista Manuel Hinds al narrar lo que el presidente de Colombia, camarada Petro, fue a decir en la Universidad de Stanford, uno de los grandes centros académicos del mundo.
En Petro coinciden dos muy, muy importantes vertientes: sus propias tonterías con la suma de las de quienes piensan como él. Es una “fuerza” que puede causar muy graves daños tanto a las instituciones propias de una democracia como a su economía.
Petro ya le puso el ojo a las propiedades rurales, al campo, pues en vez de desarrollar parte del enorme e inculto agro de Colombia, un país de muy baja densidad demográfica, quiere caer encima de tierras ya trabajadas y productivas, lo que sus dueños a base de esfuerzo, buena administración, sacrificios personales y amor por la agricultura las han transformado.
Pero caer encima de lo ajeno para repartirlo caracteriza las posturas de la izquierda hispanoamericana -varios de cuyos gobiernos han sobresalido por su tiranía y corrupción-, sin reparar en los perjuicios que tales políticas acarrean, como sucedió en nuestro El Salvador a consecuencia de la reforma impuesta, que arruinó la producción agraria.
A la izquierda le encanta hacer de Robin Hood: quitar a los ricos para, en teoría, repartir entre los pobres, ya que “quien parte y comparte se queda con la mejor parte”, o al menos con un muy jugoso botín. Sólo hay que ver Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde únicamente repartieron pobreza mientras ellos se dan vida de potentados y su gente huye del hambre por decenas de miles.
A la caída de Somoza, en 1979, montaron la famosa “piñata”, por la cual le confiscaron o robaron propiedades y bienes a quienes la cúpula sandinista consideraba “contrarrevolucionarios”. El resto de la gente no tenía ni comida ni papel higiénico, para mencionar ejemplos de carencias.
Los populistas fingen ser dueños de todas las verdades del universo
Las cleptocracias son siempre una posibilidad o amenaza sobre los pueblos, como lo demuestra el caso de Alejandro Toledo, del Perú, que cayó en las redes de Odebrecht y que ahora, ya prisionero en Lima a los 77 años de edad, pide que no lo dejen morir en la cárcel, como le sucedió a un nicaragüense que en su momento protegió a Ortega, el general Hugo Torres.
“Mal paga el diablo a quienes bien le sirven...”
Los Castro de Cuba, “grandes redentores”, han acumulado una fortuna personal de un par de billones de dólares, las que los “Castritos” hijos y nietos exhiben en sus viajes por el mundo. Por su parte, al criminal de guerra y asesino serial Vladimir Putin se le calcula una fortuna cercana a los cien mil millones de dólares.
Pero los nul pensantes siguen siendo el sostén de grandes ladronazos, embobados con los torrentes de mentiras, falsas promesas y propaganda...
Petro se está revelando como una vertiente del populismo chavista, inspirado en el comunismo: se sienten seguros de haber encontrado la explicación de todo lo que acontece, estar en posesión de la verdad suprema, como los comunistas chinos con Xi Jinping, que dispone a su antojo sobre la vida y las haciendas del más de 1,500 millones de chinos sometidos, donde el que no acata “desaparece”, se lo traga la tierra...