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Una victoria poco recordada

Para que se diera la discusión sobre el sufragio femenino en la Constituyente de 1921 era indispensable la presentación de un documento conteniendo los motivos por los cuales se tenía que reconocer tal derecho

Por Mirella Schoenenberg de Wollants
Nutrióloga y abogada

“¡Victoria!” gritaron todas las emocionadas mujeres al conocer su triunfo a principios de 1921. Habían logrado que la Asamblea Constituyente de la República Centroamericana aprobara, por mayoría, que las mujeres de Centroamérica tendrían derecho a ejercer el sufragio. Iban a poder participar en política activa y pasiva, con algunas limitaciones; un gran logro, el futuro iba a complementar lo demás, solo era cuestión de tener un poco de paciencia.

La refundada República Centroamericana, conformada por Guatemala, El Salvador y Honduras, había promulgado su Carta Magna en Tegucigalpa, que entraría en vigor el 1 de octubre de 1921.

Las mujeres que habían batallado por esta Victoria gracias a una buena organización, solidaridad, valentía, confianza en sus intelectos y convicciones, venciendo el miedo de participar en manifestaciones públicas colectivas y en especial por el trabajo intelectual de una heroína poco recordada, que venía escribiendo ensayos y artículos de opinión sobre feminismo desde 1910: Victoria.

Es costumbre reconocer como héroe o heroína al individuo cuyas hazañas las realiza en el campo de batalla empuñando un arma con la que ataca y vence a su enemigo, como lo observamos en la pintura “La Libertad guiando al pueblo” de Eugene Delacroix (1830), haciendo referencia a la revolución en Francia del 14 de julio de 1789, donde por cierto, una mujer es el centro de la acción.

Sin embargo, ganar una batalla a través de la palabra y las ideas requiere un esfuerzo mental enorme durante años sino décadas; gracias a la ejercitación, no de fibras musculares ni óseas, sino de las neuronas, unas células maravillosas que aún no se logran comprender del todo a pesar de los grandes avances tecnológicos que se han alcanzado. 

No conozco los detalles privados de la vida de Victoria pero deduciendo, por el año en que nació, 1865, aunque hubiera recibido instrucción en su hogar o en un internado privado, la capacidad de razonamiento, argumentación y redacción de esta mujer demuestran que hubo muchas horas de trabajo auto formativo que incluyeron lectura, interpretación, escritura, repetición, y auto control para lograr un pensamiento fuera de lo común y racionalizado.

El sábado 6 de mayo pasado el doctor Héctor Lindo brindó la clase “Constitucionalismo Federal de 1921”, en el curso de historia de El Salvador que imparte la Academia Salvadoreña de la Historia de manera virtual; donde narró que luego del  Pacto de Unión firmado el 19 de enero de 1921 en Costa Rica, se realizó la Convención Unionista de Santa Ana, evento que aprovecharon muchas mujeres para pedir se reconociera el derecho al sufragio femenino, entre ellas, Victoria Magaña Menéndez de Fortín y Prudencia Ayala.

Para que se diera la discusión sobre el sufragio femenino en la Constituyente de 1921 era indispensable la presentación de un documento conteniendo los motivos por los cuales se tenía que reconocer tal derecho: Ese documento lo redactó y presentó la señora Victoria Magaña Menéndez de Fortín, gracias a su reconocida capacidad intelectual, de la cual hacía gala en sus artículos feministas que publicaba en prensa santaneca bajo el seudónimo de Olimpia.

Transcribo parte del contenido que Victoria redactó: “No queremos la igualdad con el hombre cuando se trata del libertinaje. La igualdad que proclamamos es la que tiene por base una moral idéntica a ambos sexos. Queremos pues no que la mujer se desmoralice, sino que el hombre se moralice. Sin embargo, muchos de vosotros abogáis para que continúe el sistema actual y exclamáis: “no es tiempo todavía de reconocer el voto de la mujer”. Y nosotras preguntamos, cuando se le otorgó al hombre ¿Estaba suficientemente preparado? ¿No os sucederá como entonces, según dice Bridel, que la fórmula “los derechos de la mujer” suena tan mal todavía como sonó antaño a los privilegiados del antiguo régimen la fórmula célebre “Los derechos del hombre?”. Levantamos nuestra humilde voz a fin de que nuestros honorables representantes a la constituyente, en nombre del Derecho de la Justicia y de la verdadera filantropía como dice Lord Salisbury, campeón del feminismo en Inglaterra, reconozcan nuestros derechos como ha sucedido ya en países que marchan a la vanguardia de la civilización”.

Apoyo el comentario del profesor Lindo en que la ahuachapaneca, Victoria Magaña Menéndez de Fortín, es una heroína que ha recibido poca atención a pesar de su posición social y nivel intelectual que demostró en sus razonamientos planteados ante la constituyente, donde dio lecciones de racionalidad y claridad argumentativa, que ya quisieran funcionarios públicos poder realizarlos.

No puedo terminar esta narración sin mencionar que a finales de octubre de 1921 se realizaron las elecciones para elegir a los representantes ante el Consejo Federal de Centroamérica, es decir, los nuevos gobernantes; sin embargo el 6 de diciembre fue derrocado el presidente de Guatemala, Carlos Herrera y Luna, uno de los grandes promotores de la idea unionista, por lo que ese país abandonó la federación y rápidamente lo siguió El Salvador por medio de su presidente, el señor Jorge Meléndez Ramírez, esfumándose, aparentemente, la victoria lograda por Victoria y otras muchas mujeres. Pero no fue así. Se había sembrado la semilla y había germinado, al punto que 18 años después, la Constitución de la República de El Salvador de 1939 otorgó el derecho anhelado, y luego en 1950, la Carta Magna promulgada en este año lo re-consagró aunque de una manera plena.

Espero que algún día, se escriba un artículo donde se de el homenaje necesario y meritorio, ganado a “pluma limpia” por Victoria Magaña Menéndez de Fortín y que sea por siempre muy recordada en El Salvador. ¡Hasta pronto!

Médica, Nutrióloga y Abogada

mirellawollants2014@gmail.com

KEYWORDS

Feminismo Historia Salvadoreña Opinión

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