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La ventana

para diseñar una intervención política que trastoque la libertad intermedia que poseemos se deben crear ventanas imaginarias como posibilidades políticas… por ejemplo, crear una vía peatonal en donde no circulen vehículos; esto puede ordenar una ciudad y bajar la contaminación, aunque nos afecta ciertas libertades.

Por Óscar Picardo Joao

No voy a abordar en este artículo el célebre y recordado bar “La Ventana” de Paolo y Daniela, punto de encuentro cultural y artístico de la intelectualidad post Acuerdos de Paz, sino algo más sofisticado sobre psicología social y manipulación política…


“La ventana de Overton” (por las ideas de Joseph P. Overton del Centro Mackinac, un think tank liberal) es un modelo para comprender cómo las ideas en la sociedad cambian con el tiempo e influyen en o desde la política. El concepto central parte de que los políticos están limitados en cuanto a las ideas que pueden apoyar; por lo general, solo persiguen políticas que son ampliamente aceptadas en toda la sociedad como opciones políticas legítimas. Estas políticas se encuentran dentro de la Ventana de Overton. Pero existen otras ideas, ante las cuales los políticos corren el riesgo de perder el apoyo popular si las defienden. Estas políticas se encuentran fuera de la ventana de Overton, pero la ventana se puede mover o ampliar” (Joseph Lehman).


El principal desafío de la política no suele ser bienestar o la felicidad de los ciudadanos, sino el convencerte de ciertas cosas o ideas…; temas como: cambio climático, consumo legal de drogas, aborto, eutanasia, matrimonio entre personas del mismo sexto, migración, lenguaje inclusivo, nuevas verdades, prohibir el plástico, Estado de excepción, etcétera, están en el horizonte de posibilidades; y buscan convencer a los ciudadanos, porque sus ideas favorecen a los suyos, no tratan de solucionar los problemas reales de la gente, sino de convencerte de sus intuiciones, ideas, necesidades para favorecer a ciertas redes clientelares.

¿Cómo logran lo anterior…? Intentando manipular, y aquí aparece la ventana de Overton: Imaginemos un plano horizontal en cuyo eje podemos ir desde el punto “A”: la libertad individual hasta el punto “B”: control total gubernamental; en medio de ese eje hay diversas posibilidades o probabilidades intermedias que se alejan de los extremos, sean éstos el libertinaje total o control policial absoluto. Los ciudadanos electores típicos, en una campana de Gauss imaginaria sobre ese eje, se concentran obviamente en el centro, y a los extremos hay pocos individuos. Efectivamente necesitamos libertades, pero también ciertas leyes y normas convencionales para convivir.
Veamos otro punto de vista: en un extremo encontramos propuestas políticas impensables y radicales, otras aceptables, sensatas, populares o políticas, y nos vamos al otro extremo con propuestas populares, sensatas, aceptables, radicales e impensables. Entre: “A”: está prohibido circular con vehículos de gasolina para no contaminar y “B” puedes circular con un vehículo sin control de emisión de gases que contamine, hay una serie de propuestas intermedias aceptables, sensatas y populares.


Entonces para diseñar una intervención política que trastoque la libertad intermedia que poseemos se deben crear ventanas imaginarias como posibilidades políticas… por ejemplo, crear una vía peatonal en donde no circulen vehículos; esto puede ordenar una ciudad y bajar la contaminación, aunque nos afecta ciertas libertades.


¿Cómo abrir o mover esas ventanas para nuevas ideas o propuestas?: 1) Aprovechar crisis (por ejemplo: el atentado de las Torres Gemelas posibilitó medidas extremas de seguridad en los aeropuertos que benefició a empresas de seguridad); 2) Uso del miedo (por ejemplo, con la pandemia de covid-19 se realizaron compras sin control); 3) Mentir o desinformar (En Irak nunca se encontraron armas de destrucción masiva; 4) Persuasión gradual (por ejemplo, perspectiva de género y tolerancia de los movimientos LGBTI); 5) Líder carismático (populismo ejemplificante); 6) Insistencia (propaganda masiva); 7) Postura radical (antagonizar para llegar al punto deseado utilizando un chivo expiatorio).


Este es el camino para transitar del tabú a la normalización: pasamos de lo impensable a lo radical; de lo radical a lo aceptable; de lo aceptable a lo sensato; de lo sensato a lo popular; de lo popular a lo político.


Tal como señala Val Muñoz de Bustillo: No debemos olvidar que somos “animales culturales” que aprendemos por imitación. Nos fijamos en los demás, pero no en cualquiera persona. Nos enfocamos en los que se parecen a nosotros, aquellos que general cierta empatía, que hablan nuestro idioma, viven en nuestro país y tienen un nivel económico y cultural similar o que se presentan de un modo particular o llamativo. Pero sobre todo, intentamos imitar a los que han tenido éxito porque queremos aprender de los mejores y el éxito es una buena señal de competencia que está a la vista de todos.


Además, la mayoría intentamos mimetizarnos con nuestro grupo: nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos, etc. Parece que en grupo funcionamos mejor, sabemos además que salirse del consenso social se castiga con el desprecio, el bullying y la desconfianza. Por eso la mayoría sigue al grupo sin cuestionarlo demasiado.


Esta conducta también se ve reforzada por el sesgo de exposición, una idea de la psicología social muy simple: nos gusta lo que nos resulta familiar. El efecto ha sido demostrado con muchos tipos de estímulos. En estudios de atracción interpersonal, cuanto más a menudo una persona es vista por alguien, más agradable y simpática parece ser esa persona. Entonces no es descabellado suponer que algo similar pasa con las ideas, cuanto más familiarizado estás con ellas, más te gustan. Es importante tener presente que una repetición continuada a una idea que nos disgusta puede provocar que nos disguste todavía más.

Por lo tanto, normalizamos y nos sentimos cómodos con aquello que escuchamos de manera constante y vemos día a día y, lo que antes podía resultarnos extraño, inaceptable, puede llegar a ser tolerable o aceptable. Aquí las redes sociales juegan un rol preponderante.


La rapidez con la que se transmite la información por redes sociales acelera estos cambios. Los medios son amplificadores de los líderes políticos, les dan un altavoz para llegar a la masa. Si la masa escucha lo suficiente una misma idea se familiariza con ella y empieza a normalizarla: la ventana se mueve… En ocasiones, estas ideas refuerzan a sus antagonistas y la ventana, en vez de moverse se amplía, dando lugar a más ideas aceptables dentro de la sociedad.
Las redes sociales han multiplicado la velocidad de interacción y la capacidad de influencia que tienen los líderes. También han facilitado la entrada de líderes con ideas disruptivas, impensables o más alejadas del mainstream que no habrían tenido cabida. La ventana funciona: los Acuerdos de Paz que fueron el fin de una guerra civil hoy es un pacto de corruptos; la reelección presidencial que era inimaginable hoy es una realidad. Les cambiaron el chip y no se dieron cuenta…


Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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