¿Se imaginan a la Liga Salvadoreña sobreviviendo tres años sin aficionados? Pues en China fue posible. Como no podía ser de otra manera, el país a donde inició la COVID-19 es el que ha tenido la restricción más larga en los escenarios deportivos, incluidos los de fútbol.
El público chino vuelve este sábado a las gradas de la Superliga, tres años después de estar alejado de los campos por el covid.
La 20ª edición de la máxima competición futbolística del gigante asiático deja atrás tres años de la estricta política antipandémica de ‘cero covid’, la misma que privó a los estadios de espectadores, a muchos clubes de ingresos esenciales para su supervivencia y que provocó la desbandada de sus actores principales.
Pero lo que muchos han catalogado como una época de derrumbe en el fútbol profesional chino, otros consideran que ha servido para sentar unas bases más sólidas de cara al desarrollo del espectáculo deportivo en el país.
El actual campeón, el Wuhan Three Towns del andaluz Pedro Morilla, podrá defender su título, celebrarlo junto con los ascensos logrados en 2020 y 2021 ante los 54.000 aficionados que saben llegar en su estadio, en una ciudad que ejemplifica como ninguna lo que padeció el país y su fútbol desde el estallido de la pandemia.
“La vuelta de los seguidores a los campos es una de las mayores alegrías para todos” afirmó a EFE el entrenador madrileño Sergio Zarco, y agregó que “después de 3 años sin poder tener el calor de la gente en el campo, la verdad es que tenemos muchas ganas de empezar y poder disfrutar de un partido de fútbol con los aficionados”.
Un sentimiento compartido por Jordi Vinyals (otro entrenador español en China), que ha echado de menos “el ambiente con gente en el campo, tanto si juegas como local o visitante”, a pesar de haber contado en algunos partidos de la temporada anterior con espectadores “de forma reducida”.
Igualmente disfrutará por primera vez del ambiente de los estadios en la máxima categoría Antonio Gómez-Carreño tras ascender la temporada pasada con el Qingdao Hainiu desde la League 1, el segundo escalafón profesional del fútbol chino.
Unos templos del fútbol, como el Estadio de los Trabajadores de Pekín, renovados para albergar una Copa de Asia 2023 que, ante la incapacidad de China por asegurar con tiempo la presencia de espectadores en las gradas debido a sus restricciones pandémicas, se mudó a Catar en 2024.
FIN DE UNA COSTOSA PANDEMIA
En la plataforma de Weibo -similar a Twitter, censurada en China-, una publicación enumeró diez estadios que fueron renovados o recién construidos con motivo de la Copa de Asia 2023 durante la pandemia, agregando unos supuestos costes de construcción o renovación que alcanzaron la cifra de 2.603 millones de euros.
Unas inversiones, que sumadas a la falta de ingresos por taquilla y el mayor control económico por parte de las autoridades, se han llevado por delante al menos a 30 clubes profesionales desde el 2020, siendo los dos últimos el recién ascendido a la CSL Kunshan FC y el Guangzhou City.
Estas dos bajas de clubes que, en principio estaban habilitados por méritos deportivos a participar en la CSL, redujeron el número de integrantes en la máxima categoría hasta los 16, en el enésimo revés que la pandemia le dio al fútbol chino.
“Ha coincidido con una reestructuración económica del fútbol en China y en ese aspecto ha afectado bastante” destacó Vinyals sobre cómo perturbó la pandemia al deporte en el país.
Unos problemas, a los que se unen las últimas detenciones e investigaciones a altos cargos de las autoridades futbolísticas del gigante asiático, pero que no evitarán ver los primeros llenos en unos estadios deseosos de cantar goles.
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