El precio de los güisquiles, de la carne de cerdo y de res, de las gallinas, todo eso será regulado para “bajar la inflación”, la última de las ocurrencias del régimen dentro del casi cotidiano ir de desaguisado en desaguisado, pues eso se da al mismo tiempo que se prorroga, por decimotercera vez, el régimen “de excepción”, vale decir dejar a la gente en nuestro país sin más derechos de lo que quiera reconocerles la soldadesca, los llamados “jueces de la calle” por su jefe.
Pero ni los güisquiles ni las reses ni los chanchos entienden de eso, a lo que se agrega un hecho inconmovible: si el precio de llevar al mercado un güisquil o tantas libras de carne es superior al costo en producirlo, las disposiciones para combatir “la inflación” no van a bajar los precios, sino los suministros, ya que nadie que siembre güisquiles o críe chanchos lo hará, a menos que tenga un subsidio.
Ya Duarte, el personaje que dejó que le impusieran una “reforma agraria” que arruinó la agricultura nacional, se dio con la piedra en los dientes al pretender imponer controles de precios, lo que condujo, como siempre sucede, a carestías por una parte y mercados negros y contrabando por la otra.
El aspirante a dictador, para llevar la contraria al mundo civilizado, se niega a condenar la brutal agresión del criminal de guerra y enajenado Putin, pese a que es precisamente esa guerra la que ha desquiciado el normal desarrollo de los mercados y, por ende, causado alzas en los precios de todo, comenzando con los combustibles.
En Panamá se han declarado huelgas para protestar por el alza de los combustibles, suponiendo que el gobierno del país canalero tiene una varita mágica para controlar los precios de los combustibles, los que se determinan por las fuerzas de la oferta y la demanda, “nos guste o nos guste”, como solía decir Funes, el acusado de llevarse 351 millones de dólares de todos los salvadoreños.
Duartistas quisieron fijar precios y lo que crearon fueron mercados negros
La agricultura pasa por una situación muy difícil, en parte debido a las compras de granos a sobreprecio a mercaderes de Sinaloa, del lugar donde opera uno de los más peligrosos carteles del mundo.
Al mencionar los controles de precios a carnes, güisquiles, etc., muchos preguntan qué pasó con los fondos de reactivación agrícola y cafetalera, que nadie sabe dónde fueron a parar, lo que les hace suponer que fueron chupados por el gran agujero negro en la Casona, un “black hole” con una masa de varios millones de soles, según estiman conocedores.
La solución, dicen algunos, es que los productores de güisquiles, carne, pollos, etc. pidan ayuda a los obispos holandeses o los organismos de Naciones Unidas.
Pero un hecho es inamovible: si los precios de venta no cubren los costos, no habrá ni güisquiles ni pollos en los mercados, a menos que se encuentre el árbol donde las hojas son billetes, o la botija al pie del arcoíris…
La imposición de draconianos controles de precios por el emperador Diocleciano, que castigaba con la muerte a quienes los alteraran, fue una de las causas de la caída del Imperio Romano y el triunfo de Constantino y los cristianos sobre su cuñado Maxencio…