Una encuesta realizada en la capital mejicana en 2013 reveló que un 45% de los jóvenes capitalinos encuestados se consideran personas dichosas, frente a un 56% que manifestaron su poca o nula felicidad. Según la consulta 67 de cien jóvenes dijeron haber estado deprimidos alguna vez. 31 haber consumido alcohol; 25 tabaco y 11 mariguana, mientras que 7 habían usado cocaína alguna vez para escapar de la rutina o la depresión. La consulta realizada por el Instituto de la Juventud estaría revelando el fenómeno común de una civilización deprimida. El reino y las ciudades del hombre triste del milenio. El mismo alquimista perdiendo o creando en sus probetas la felicidad. Ante un mundo devastado de impiedad y falso heroísmo, los jóvenes buscan el fármaco o el sucedáneo de una artificial felicidad. De igual manera usan los edulcorantes y substancias del placer. Es un vasto mercado de buscadores del narcótico ensueño que aquieta o enaltece la ilusión. La historia del sapiens moderno, buscando a tientas la gracia de vivir ante el pánico de una civilización amenazada en escena.
Sólo 44 de 100 son felices
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