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Malnutrición

Satisfacer las necesidades de energía de los salvadoreños debe ser la meta fundamental de una buena política de seguridad alimentaria. Es también importante que los alimentos disponibles sean seguros y de buena calidad.

Por Ondina Ramos
Ingeniera en Alimentos

Cuando hablamos de malnutrición nos referimos a las carencias, los excesos y los desequilibrios de la ingesta calórica y de nutrientes en una persona. Nos referimos a una problemática mucho más amplia que no solo engloba la desnutrición, sino también otras relacionadas con la alimentación como son el sobrepeso y la obesidad. Es lo que llamaríamos mala alimentación, dentro de esta definición enmarcamos tanto a la calidad como a la cantidad por deficiencia y por exceso de los alimentos que una persona ingiere.


La malnutrición abarca tres grandes grupos de afecciones: La desnutrición que es la ingesta de calorías y nutrientes inferior a la necesaria; La malnutrición relacionada con los micronutrientes la falta y el exceso de estos que son vitaminas o minerales importantes para nuestro organismo especialmente importantes para las mujeres embarazadas y para los niños y niñas porque producen enzimas, hormonas y otras sustancias que son esenciales para el crecimiento y el desarrollo y por último la obesidad, sobrepeso y enfermedades no transmisibles relacionadas con el régimen alimentario (como pueden ser cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, diabetes o cáncer). Las dietas insuficientes y la enfermedad, con frecuencia resultan de la inseguridad alimentaria en el hogar, de cuidados y hábitos alimentarios incorrectos, y de atención deficiente de la salud.


Existe una relación entre la pobreza y la obesidad esto es así porque muchas familias no disponen de suficientes recursos para comprar alimentos saludables como frutas y verduras frescas, legumbres, carne o leche. Y adquieren alimentos ricos en grasas, azúcar y sal que son más baratos, por lo que una de las principales causas de la malnutrición es la pobreza: los hogares pobres multiplican su riesgo de sufrir sus consecuencias. Los grupos de población que tienen mayor probabilidad de padecerla son las mujeres, lactantes, adolescentes y niños. La malnutrición proteinoenergética (MPE), la carencia de vitamina A, los trastornos por carencia de yodo y las anemias nutricionales sobre todo por carencia de hierro o pérdidas de hierro son los problemas nutricionales de mayor prevalencia en El Salvador.


Un prerrequisito esencial para prevenir la malnutrición es la disponibilidad adecuada de alimentos que permita satisfacer las necesidades nutricionales de todas las personas. Para que haya suficiente disponibilidad, debe haber una buena producción de alimentos o suficientes fondos a nivel nacional, local o familiar para comprar aquéllos que sean necesarios.


Se debe empezar por garantizar que las políticas y los proyectos de desarrollo local sean diseñados para incluir objetivos de mejoría nutricional. Los municipios con bajos ingresos y con déficit alimentario, donde vive la mayoría de las personas malnutridas de el país, el crecimiento económico y el alivio de la pobreza se deben basar en un mejor desarrollo de los recursos agrícolas y en mejorar el suministro alimentario. Este enfoque debe promover el desarrollo sostenible, ampliar las oportunidades de empleo y facilitar el acceso a los alimentos. El comercio libre y justo es ciertamente importante para estimular el crecimiento económico y los precios de los productos agrícolas primarios y procesados, deben ser convenientes para garantizar el desarrollo sostenido. Los productores de materia prima deben recibir precios justos por sus productos, la mano de obra y el uso de los recursos.

Satisfacer las necesidades de energía de los salvadoreños debe ser la meta fundamental de una buena política de seguridad alimentaria. Es también importante que los alimentos disponibles sean seguros y de buena calidad. El cuidado de los alimentos en cada etapa de la cadena alimentaria o ciclo alimentario es necesario para garantizar su calidad e inocuidad. Estas etapas comprenden: el cultivo de los alimentos en el campo (incluyendo protección contra daños causados por plagas o contaminación con químicos agrícolas o pesticidas); la cosecha, transporte y almacenamiento de los alimentos; procesamiento y comercialización; y, por último, la preparación y cocción de los alimentos en el hogar y los aspectos de su consumo intrafamiliar. En las áreas urbana y rural, el alimento debe satisfacer no sólo las necesidades energéticas sino además las necesidades de micronutrientes de cada miembro del hogar. Por lo tanto, el alimento que consume cada persona debe ser variado y suficiente.

Ingeniera en Alimentos - Fundadora y directora de la organización Sonrisas y Amor para todos

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Alimentación Saludable Opinión

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