Recordando la muerte nos olvidamos de la vida. En cambio, recordando la vida nos olvidamos de la muerte. “No tenemos que ser una sociedad que nos quitemos la vida sino debemos ser vida. No tenemos que vitorear el suicidio sino que vitorear la vida” expresa el reconocido médico Ricardo Lara. Palabras que nos recuerdan el sombrío escenario del milenio que vivimos: el de una grandiosa civilización al borde de un apocalipsis precisamente suicida. El odio racial; las genocidas guerras geo-económicas; el terrorismo biológico: (virus creados y pandemias); el cisma climático: (tsunamis, ciclones, inmensos incendios forestales; depredación de selvas; envenenamiento del mar y de la atmósfera); el presunto terrorismo sísmico tectónico: terremotos… Finalmente, la escalada nuclear: (La última guerra en el nuevo “Vietnam” anuncia proyectiles con uranio). Son algunas de nuestras nefastas agresiones al planeta y a la misma especie del “Homo faber” que significa “el hombre que hace o fabrica” e inició la revolución industrial. Cuando la tecnología nos permita modificar la mente humana -asumen los genios bárbaros- la historia de la Humanidad llegará a su fin y pasaremos del “Homo sapiens” y del “Faber” al “Homo deus” (Hombre del futuro). Culmen de la evolución que significa “El hombre de Dios” o que se creerá un dios. Mismo que acaso sobreviva a la Historia, recordando la muerte y olvidando la vida. O, al contrario, olvidando la muerte y recordando la vida.
Civilización suicida de la guerra, que ha olvidado la vida
“No tenemos que ser una sociedad que nos quitemos la vida sino debemos ser vida. No tenemos que vitorear el suicidio sino que vitorear la vida” expresa el reconocido médico Ricardo Lara