La verdad es que –como dice el axioma popular—solos llegamos a este planeta y solos quedaremos o nos iremos. Aunque eso de “llegar” o “irse” es en sentido figurado, puesto que en el milagro de la vida realmente “aparecemos” como de igual forma desapareceremos mañana. La soledad de Pascal Whelan -el último habitante de la isla de Omey- es la misma soledad del hombre de las urbes de ceniza y smog. A diferencia que en Omey no hay polución y estrépito, sino aire puro y tranquilidad. Al nacer había un millar de personas en nuestra vida. Al final sólo quedará el ser insular e ilusorio que nos habita. En la isla de Omey, Islandia, sólo vive un habitante. En el siglo XIX había un millar de personas en la ínsula, pero con los años su población se redujo a unas 400 personas. En 1988 sólo quedaban tres casas habitadas. En la actualidad el único residente de aquel solitario y apacible paraíso es Pascal Whelan, un antiguo acróbata y doble de Hollywood. En su época actuó en las peligrosas escenas de “Cocodrilo Dundee” y enseñó a pelear con espadas a Peter O’Toole en el filme “Macbeth”. Whelan tampoco es un extraño en la zona. Allí creció hasta que tuvo 20 años, cuando aún no había electricidad, agua potable y gas en la isla. Regresó en 1974 cuando compró un pequeño yate. Hoy vive en una sencilla casa rodante. Como lo es nuestro planeta en su viaje universal.
El último habitante de Omey
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