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Morir por mentar apodo

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Por Carlos Balaguer |

Los apodos o alias se usan como motes familiares y amistosos, pero también de burla u ofensa, en cuyo caso pueden herir el “honor” de quien los lleva. Recordemos el caso de un fulano a quien llamaban “vaca”. Era tan susceptible y mal pensado que cuando alguien le ofrecía una taza de leche, se indignaba por creer que le insinuaba su apodo. Muere por mentar apodo: El conflicto comenzó cuando la víctima, Rodolfo Ramírez, llamó “Noño” a su agresor Arit González. Ocurrió en la estación del metro de Copilco, México. Ambos jóvenes se encontraron en el andén de la estación y uno de ellos comenzó la pelea. En el pliego de consignación se advierte que Arit empujó a la víctima que cayó a las vías del Metro, segundos antes de que el convoy llegara. Todo por haberle dicho el “ofensivo” sobrenombre. La realidad es que muchos pueden llegar a atacar a otros por el “honor” perdido de su nombre de pila. Recordemos al loco clásico del barrio llamado “Chico andá a bañarte” que perseguía y tiraba piedras a quienes osaran llamarle así. Pero apodos ha habido a todo lo largo de la historia: “Felipe, el Hermoso” y “Juana la Loca” su fiel amada; el “manco de Lepanto”, “el pasa charcos” que cojeaba con un pie…

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