Carlos José Santos Mejía era bien amigable con los militares. Le gustaba hablar con ellos cuando los miraba desplazarse por su cantón, ellos le correspondían su amistad, por eso aquel 7 de octubre del 2022, cuando le dijeron que se lo iban a llevar capturado les preguntó por qué y cuando le dijeron que “esa era la ley”, se puso a llorar.
“El siempre era bien llevadero con los soldados por eso cuando los vio los saludó, les dio la mano y les preguntó cómo estaban. Como respuesta le dijeron que se lo iban a llevar”, detalló un familiar.
Carlos tenía 18 años. A la fecha cuando fue arrestado bajo el régimen de excepción, hacía menos de un mes que los había cumplido.
De acuerdo con su familia, Carlos era como un niño, actuaba y pensaba como tal a pesar de ser mayor de edad. “Era un niño especial, tenía retraso mental”, comentó un pariente de la víctima.
“Las pláticas de él eran como las de un niño. Estuvo en tratamiento en el Hospital Bloom y en el de Cojutepeque. A los seis años lo atropelló una motocicleta y se le hizo una pelota grande que se le miraba como que tenía dos cabezas. Se recuperó, pero su retraso mental era como de un niño. Tenía mente de niño”, detalló una hermana.
Documentos médicos respaldan lo dicho por la familia. Carlos tenía una discapacidad mental y sufría ataques de epilepsia también.
La familia cuenta que trató de hacer ver que el joven no tenía nada que ver con la acusación que los soldados le hicieron y por la cual lo detuvieron. Intentaron demostrar que Carlos no era una persona normal, pero la respuesta que recibieron fue que “así era la ley”.
La ultima vez que lo vieron vivo
La última vez que de lejos vieron vivo a Carlos fue ocho días después de haber sido capturado; su madre alcanzó a verlo de lejos, cuando lo trasladaron de bartolinas policiales hacia Cárcel de Mujeres, en Ilopango, refieren familiares.
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Tres meses después supieron que lo habían trasladado al penal de Izalco, en Sonsonate. De ahí no supieron más de él. No sabían si le estaban suministrando la medicina que necesitaba para manejar su enfermedad mental que lo llevaba a sufrir ataques de epilepsia. No les daban información de nada.
Fue hasta el sábado anterior que se enteraron, a través de redes sociales, que Carlos había muerto y que tenían que ir a sacarlo al hospital Jorge Mazini, de Sonsonate. Lugo recibieron una llamada telefónica en la que les confirmaron que el joven había muerto.
Muchos vecinos de Huiziltepeque, en San Pedro Perulapán, y de cantones y caseríos vecinos lo acompañaron este lunes hasta el cementerio.
“A este cipote la camita (calumnia) le hicieron. Era bien apegado a la mamá. Nada que ver con pandillas”, dijo una mujer que ofició un rito evangélico antes de enterrarlo.
Murió de edema pulmonar
A la familia le dijeron que no tenía que ver el cadáver aunque el documento del Instituto de Medicina Legal (IML) no indica que haya muerto por alguna enfermedad infecciosa sino por un edema pulmonar, es decir, por acumulación de líquidos en los pulmones.
De acuerdo con familiares de Carlos, el cadáver tenía muchas muestras de golpes, de una vapuleada, la parte de atrás de la cabeza estaba deformada, indicaron quienes vieron el cuerpo.
Sumado a lo anterior, al parecer, Carlos estaba padeciendo de una infección grave en la piel, a tal punto que había partes de su cuerpo donde no tenía piel. Eso afirman familiares del joven.
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Familiares de Carlos dijeron que estaban haciendo la lucha por sacarlo de prisión. “Nos habían dicho que lo iban a entregar, que lo iban a sacar, pero no esperábamos que fuera de esta forma”, dijo a gritos un familiar durante el entierro.
El cantón Huiziltepeque y sus alrededores ha sido uno de los más golpeados por acciones de la pandilla 18. De hecho en los alrededores del cementerio donde este lunes al mediodía sepultaron a Carlos, aún hay grafitis alusivos a esa agrupación criminal.
Desaparición de personas, homicidios y violaciones sexuales son algunas de las manifestaciones criminales que los pobladores de Huiziltepeque y sus alrededores han sufrido por muchos años.
No es el primero
En los 11 meses que lleva de vigencia el régimen de excepción, la muerte de Carlos, como persona con discapacidad mental, no es la primera.
El 20 de abril de 2022, en le penal de Mariona, murió Óscar Alfreco Gallegos Pocasangre, un paciente psiquiátrico originario de Sensuntepeque, quien había sido capturado el 15 de abril.
Según Medicinal Legal, Óscar también murió por un edema pulmonar. Su cadáver, como el de Carlos, también tenía evidencias de haber sido vapuleado.