“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”, Khalil Gibran.
La Gran Guerra, de 1914 a 1918, fue un verdadero cataclismo que empezó en agosto de 1914 y terminó en noviembre de 1918. Fue un terremoto que significó el uso de armas modernas que llevaron la muerte y el sufrimiento a una escala industrial; incluso, se usaron terribles armasquímicas y biológicas, y la guerra no solo fue en tierras y en mares, sino también en los aires.
El Dr. Guerrero fue testigo de la guerra, de la pavorosa forma de acabar con la vida, del asolador desplazamiento de millones de personas y de la devastadora destrucción; todo a escalas nunca vistas por la humanidad en la historia de este planeta. La idea de resolver disputas por la vía de la negociación claramente había fracasado, y durante el curso de la conflagración las reglas de la guerra no se respetaron. Terminaron cuatro imperios: el Alemán, el Austrohúngaro, el Otomano y el Ruso, pero también ocurrió otro movimiento telúrico que marcaría el mundo por varios decenios, en particular después de la Segunda Guerra Mundial por la Guerra Fría: la Revolución Rusa de octubre de 1917, que en la inmensa mayoría de países del mundo fue en noviembre porque Rusia aún no había adoptado el Calendario Gregoriano y seguía usando el Juliano.
Se calcula que hubo unos 20 millones de muertos durante la Primera Guerra Mundial, de ellos unos 9.7 millones de militares y 10 millones de civiles; 21 millones de heridos, militares y civiles; y 10 millones de personas desplazadas, tanto al interior de sus países como fuera de ellos.
Los países latinoamericanos que declararon la guerra a Alemania fueron invitados a la Conferencia de la Paz que tuvo lugar en París en 1919, pero Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, México, Paraguay y Venezuela, que optaron por permanecer neutrales, no lo fueron. Ahora bien, en el caso de El Salvador, el Dr. Warren H. Kelchner, en su libro titulado Latin American Relations with the League ofNations (Las relaciones de América Latina con la Sociedad de las Naciones), publicado en 1929, hace hincapié en que El Salvador mantuvo una política de “neutralidad benévola” hacia los Estados Unidos y los aliados en reconocimiento de la “solidaridad que lo une con la gran república del norte, y por ser ambos miembros de la familia panamericana. Así, por ejemplo, aunque técnicamente neutral, permitió a los barcos de los Estados Unidos utilizar sus puertos con los mismos derechos y privilegios que sus propios barcos, y esa fue su política durante todo el conflicto. En todo caso, concluido el Tratado de Versalles, se invitó a unos países que se habían mantenido neutrales a ratificar el Pacto de la Sociedad de las Naciones, entre ellos a El Salvador.
La Sociedad de las Naciones, que algunos historiadores consideran que fue una idea del secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña Edward Grey, vio la luz por el impulso decidido del presidente estadounidense Woodrow Wilson. Fue el resultado del ideal de un mundo diferente después un siglo XIX y unos primeros años del siglo XX sumamente convulsos, y fue el último de los 14 puntos del plan para lograr la paz que el presidente Wilson presentó en la Conferencia de París. El punto 14 llamaba a “la creación de una asociación general de naciones, a construir mediante pactos específicos, con el propósito de garantizar mutuamente la independencia política y la integridad territorial, tanto de los Estados grandes como de los pequeños”. Ante los 14 puntos, Georges Clemenceau, presidente del Consejo de Francia (Tercera República), y presidente de la Conferencia de la Paz, apodado El Tigre, y al final de la Gran Guerra llamado “padre de la victoria”, manifestando cierto grado de exasperación con el presidente Wilson, exclamó: “ha hecho catorce mandamientos, Dios solo tenía diez”.
La ironía es que al final, los Estados Unidos no ingresaron a la Sociedad de las Naciones por oposición del Senado. El presidente Wilson trató de llevar el tema directamente a la población estadounidense y empezó un recorrido por todo el país a costa de su salud.
En todo caso, la Sociedad de las Naciones tuvo su primera sede en el Palais (palacio) Wilson, frente al lago Leman, el antiguo Hôtel National al que se le cambió el nombre en 1924 para honrar al presidente de los Estados Unidos que había fallecido poco antes ese mismo año. Hoy en día es la sede de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
En 1936, la Sociedad se mudó al Palais de Nations(Palacio de las Naciones). Su construcción había comenzado en 1929 cuando el Dr. Guerrero era presidente de la Asamblea de la Sociedad y le había tocado poner la primera piedra. En las paredes del Café de la Presse (Café de la Prensa), hay caricaturas de grandes personalidades de la Sociedad de las Naciones. En una de ellas está el Dr. Guerrero poniendo la primera piedra del Palais des Nations, hoy sede de la Oficina Europea de las Naciones Unidas.
Ex Embajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.