José Yuraldi Sánchez es un salvadoreño que nunca pensó ver la creación tan de cerca ni llegar a un lugar tan lejano como La Patagonia o cruzar la selva de concreto de Sao Paulo, Brasil. “Soy el salvadoreño que regresó con las manos en alto”, dice sentado dentro de una combi Volkswagen en la cual viajó por seis años. Este vehículo se convirtió en su refugio y en su compañía.
Fue en 2017 cuando salió de la playa el Esternón, en el municipio de Intipucá, La Unión. Este fue su punto de partida y retorno hasta el 2023. Seis años después regresó para sorprender a su familia y los amigos a quienes extrañaba. Pasó por todos los países centroamericanos hasta llegar a Panamá donde el impulso de seguir fue más fuerte hasta llegar a Cartagena, Colombia.
“Nunca pensé que me tardaría tanto. Fueron seis años de muchas aventuras donde pasó de todo. Pasamos Ecuador hasta llegar a la Patagonia siempre con la combi del lado entre Chile y Argentina”, comentó.
Lo maravilloso y no tan bueno
Dentro de sus vivencias agradables está el sorprenderse con la naturaleza de otros países que parecían de otro mundo.
A pesar de mostrar entusiasmo por contar su historia, señaló que no todo fue bueno porque en Panamá la combi volcó y en Uruguay se la robaron desconocidos mientras estaba en la playa. “Me aseguraron que el lugar donde la dejaba estacionada era segura. Fui a tomar fotografías de la salida del sol y cuando regreso ya no estaba. Eso se siente bien feo. Acepté que me la habían robado, pero no podía quedarme así porque ese era mi hogar. La fui a buscar siguiendo las huellas sobre la arena y, cuando me dije que no la encontraría, la vi al fondo y me sentí alegre. Solo se llevaron lo de más valor. No se la llevaron porque tenía problemas eléctricos”, comentó con humor.
“Te hace darte cuenta que no necesitas tener mucho dinero ni estar con mucha gente para estar totalmente feliz y tranquilo. Yo no tengo ruta establecida, a veces voy por rutas o referencias”, explicó.
Llega la pandemia
El viajero reconoció que uno de sus peores momentos fue cuando llegó a Uruguay en 2020, ya que la combi se recalentó, el parabrisas se le estalló y el sistema del vehículo dejó de funcionar y fue el momento que pensó en regresar.
Mientras el mundo estaba en cuarentena por el covid-19, Yuri no le quedó de otra que vivir “en el monte”. “Fueron meses muy fuertes porque nadie me abría las puertas debido a la incertidumbre por el virus. Fueron seis meses y estuve sin moverme, después de eso abrieron casi todo, pero no las fronteras”, explicó.
El inicio de recorrer el mundo
Fue el 11 de octubre de 1997 cuando Yuri comenzó a recorrer el mundo con apenas 19 años. Se subió a un crucero turístico con rumbo a las islas del caribe y a países de Europa como intérprete, vendedor en las tiendas y ayudante en el hotel, todo dentro del barco durante un año. Cuenta que las paradas y estadías en la hoja de ruta del barco eran extremadamente cortas por lo que no conocía mucho del destino al que llegaba. Brasil fue el primero que realmente lo enamoró.
“Fue mi primera aventura. Mi primer diciembre solo para mí fue algo fuerte por no estar con mi familia ni tan siquiera hablar con muchas personas porque todos los del barco tenían diferentes idiomas”, comentó. Conoció a personas de Las Bahamas, Gran Canarias (España), Jamaica, Curazao y otros. Todo, durante los años que estuvo en la embarcación.
El tecleño agradece la herencia que le dejó su abuelo: viajar. Durante sus recorridos se recordó de la última plática que tuvieron, el cual fue vivir experiencias en la naturaleza mientras recorría el mundo. “Cuando murió me recordé de él cuando cruce los glaciares, cascadas y montañas. Tanto mundo maravilloso. Me hubiese gustado mandarle un vídeo de todo eso, mostrando que ya estaba ahí. Pero yo sé que lo sabe”.
Ahora que recuerda su historia en los puertos, paisajes y personas que conoció de todos los países no le cabe duda que fue una de las mejores acciones que ha tomado.
“Andar para arriba y para abajo es lo que me enseña a diario porque si me quedara en un solo lugar sería el mismo de antes o no hubiera cambiado”, concluye.
Para Yuri los planes de quedarse quieto no están contemplados. No sabe qué otros países conocerá, pero está seguro que lo disfrutará.