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Maquilishuat en vías de extinción

A través de los años ha habido iniciativas de toda clase para promover la siembra de árboles florales, pero nuestras autoridades han estado más preocupadas por su mejora personal, que por embellecer nuestras ciudades y aliviar el tremendo problema ecológico que sufrimos al seguir dañando el medio ambiente.

Por Teresa Guevara de López
Maestra

Los adultos mayores recordamos con entusiasmo uno de los espectáculos más impresionantes que la naturaleza nos ofrecía con la floración del maquilishuat, que en el Parque Cuscatlán ofrecía una visión de ensueño. Como el nivel del parque estaba bastante debajo del de la calle, al pasar solo veíamos las copas de los árboles como un mar revestido de todos los tonos de rosado. Y soñábamos con que, algún día, alguna autoridad visionaria, se propusiera inundar la capital y otras ciudades, para que esa florecencia hiciera la competencia a los famosos cerezos en flor. ¿Qué se hicieron los maquilishuats del parque?


El Lic. Jorge Castrillo, en un simpático artículo en El Diario de Hoy, expresa su ilusión ante esta belleza nuestra, lamentando como están desapareciendo con el tiempo y recordando algunos ejemplares que definitivamente nos hacían contemplarlos con verdadera emoción, como el situado en la esquina de la Manuel Enrique Araujo y Lomalinda que sucumbió ante la ingrata amenaza del tráfico. Lamentablemente, no es solo la tala inmisericorde que está acabando con nuestra flor nacional, sino otro enemigo silencioso pero mortal: el matapalo. No sé a qué grupo pertenece, pero sus consecuencias son mortíferas. Es una especie de parásita, que crece sobre el árbol, y lentamente se lo va terminando, y que engaña pues también tiene una especie de floración en un color amarillento desteñido.

En la esquina de la Avenida El Hipódromo y Avenida La Capilla en San Benito, donde hay un redondel de reciente construcción, disfrutábamos de uno de los ejemplares más bellos de nuestro árbol nacional. Al perder sus hojas, se cubría totalmente de esas bellas flores, que eran un regocijo para la vista. Pero pronto, el matapalo lo invadió, y lentamente se lo ha ido comiendo. Alcaldías de todos los colores, que pretendían ornamentar la zona y el redondel, permanecían impasibles ante la evidente decadencia del árbol, cada año con menos flores. Este año, no floreció porque el matapalo invasor lo cubrió totalmente.


Como muy bien dice el Lic. Castrillo, toda aparente belleza es momentánea, y la sucede el trabajo y el dolor, y el maquilishuat no se salva. La experiencia de quienes hemos sido sus vecinos inicia con que previo a la flores, se despoja de todas sus abundantes hojas creando un tremendo basural. Las flores nos hacen perdonarle, hasta que al marchitarse y botarlas, la alfombra se convierte en un peligroso deslizón. Pero todavía viene la etapa peor, y es que tras las flores, vienen las vainas” (semejanza ingrata con el matrimonio para los que no tuvieron suerte en escoger pareja) ya que las vainas guardan miles de semillas, de un estilo sofisticado. Parecen corbatitas transparentes, como plásticas, que envuelven la semilla, y por su curiosa forma, vuelan por todos lados. Caen por cientos en techos y canales, y todas juntas, con un poquito de tierra, dan a luz otra enorme cantidad de arbolitos, que son tremendo peligro para los canales, que además de taparlos, pueden hacerlos sucumbir ante su peso.

A través de los años ha habido iniciativas de toda clase para promover la siembra de árboles florales, pero nuestras autoridades han estado más preocupadas por su mejora personal, que por embellecer nuestras ciudades y aliviar el tremendo problema ecológico que sufrimos al seguir dañando el medio ambiente. Los escasos ejemplares de árbol de fuego, de impresionante belleza con sus delicados gajos de flores rojas, sucumben ante el machetazo de las empresas para salvar los tendidos eléctricos, y la misma suerte corre el cortés blanco, cuyas flores amarillas compiten con el rosa del maquilishuat. Afortunadamente, todavía en la entrada de la ciudad de Sonsonate, podemos disfrutar del espectáculo de todos los colores de rosado, con que el Creador quiso pintar el maquilishuat, y el esplendoroso amarillo del cortés blanco. Ojalá las autoridades sepan preservarlos del mortal matapalo.

Maestra.

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