Las familias almuerzan tranquilamente en un restaurante. En Odesa, la guerra parece lejana. Mientras se toma un café con leche y caramelo, Anastasia Kovalevska-Slavova, profesora de filología, consulta su teléfono en busca de las últimas noticias del frente. Su novio está luchando allí en este momento. Mantiene el ánimo.
"Tengo tanta confianza en nuestras fuerzas armadas que duermo en pijama, mientras que en los primeros meses dormía completamente vestido e incluso con los zapatos puestos. Pero ahora tengo plena confianza", cuenta a RFI.
Volodimir Dugin, reservista de la defensa territorial, está más preocupado. Recientemente asistió al funeral de uno de sus instructores militares, asesinado cerca de Jerson. "El ejército ruso probablemente lanzará una gran ofensiva. Por supuesto que creemos en la victoria, pero ¿a qué precio? Nos gustaría que los equipos prometidos llegaran lo antes posible, porque realmente son mucho más numerosos del otro lado", explica.
El ejército sigue reclutando
El ejército ucraniano también sigue reclutando, afirma Peter Obujov, diputado municipal. "En la ciudad hay soldados que entregan citaciones a los hombres y algunos de ellos ya no se atreven a salir a la calle. Este proceso de movilización ha aumentado, porque hay que decir que la táctica rusa de enviar a miles de personas al matadero también nos obliga a reforzar nuestras filas", lamenta.
Para hacer frente a la falta de soldados, la Rada (Parlamento) ucraniana ha prorrogado la ley marcial durante tres meses.