Si el agente policial José Amílcar M.B., de 41 años, no se hubiera emborrachado y hubiese mostrado que andaba armado en un bar y discoteca de Santa Ana, sus compañeros de trabajo no hubieran llegado a arrestarlo y tampoco se habrían enterado que desde hacía varios años, un juez había ordenado su captura. A esta fecha seguiría trabajando como agente de la Policía Nacional Civil (PNC).
Pero el pasado 5 de enero, a las 3:30 de la madrugada, un equipo de agentes del Sistema de Emergencias del 911 de la Delegación Policial de Santa Ana, procedió a verificar una alerta sobre un hombre que estaba ingiriendo licor y portaba un arma de fuego.
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Al llegar frente a una cervecería que funciona sobre la avenida Independencia, procedieron a requisar a José Amílcar, quien resultó ser agente policial activo, y luego le dijeron que lo arrestarían por los delitos de tenencia, portación o conducción ilegal o irresponsable de arma de fuego y por resistencia.
José Amílcar andaba borracho y portaba su arma de equipo, la pistola que la Policía Nacional Civil (PNC) les permite llevar consigo en tiempo no laboral debido a la amenaza de grupos de pandillas.
Sin embargo, la acuciosidad de los agentes del Sistema 911 los llevó a indagar más sobre su compañero policía, así que pidieron consultar la información de José Amílcar en las bases de datos policiales y se llevaron una sorpresa.
José Amílcar M.B., el agente policial, tenía una orden de captura judicial.
La orden de arresto había sido emitida por el Juzgado Segundo de Instrucción de Santa Ana, donde se le procesa por dos delitos: amenazas con agravación especial y disparo de arma de fuego.
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De acuerdo con fuentes judiciales y policiales, los delitos por los que José Amílcar es requerido por el Juzgado Segundo de Instrucción de Santa Ana, fueron cometidos a principios de junio de 2015.