La cumbre que tuvo lugar en Kiev, entre la Unión Europea y Ucrania, el viernes pasado, tuvo un carácter simbólico y político, muy fuerte. Úrsula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea; Charles Michel, el presidente del Consejo Europeo, acompañados por 15 comisarios y el Alto Representante para la política exterior europea, Josep Borrell, todos ellos representando el poder ejecutivo europeo, querían insistir sobre la alianza entre los europeos y Ucrania. Mensaje recibido por Moscú. Serguei Lavrov, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, ha acusado los europeos, en querer “poner fin a la cuestión rusa”, apoyando a Kiev.
A pocos días del primer año del conflicto entre Rusia y Ucrania, las posiciones están más fijas que nunca mientras se está anunciando una ofensiva rusa en las próximas semanas. Capacitación para 30,000 soldados ucranianos, apoyo económico, nuevo tren de sanciones (el décimo) contra Rusia, suministro de nuevos materiales militares, tantos anuncios emitidos el viernes que muestran el reforzamiento del vinculo entre la Unión Europea y Ucrania.
La voluntad de Úrsula Van der Leyen consistía en demostrar los pilares de una relación, hoy en día concentrada sobre la reconstrucción tanto como la integración a Europa. Por cierto, desde el 24 de febrero de 2022, han sido 49 mil millones de euros que los europeos dedicaron a Kiev. El 28 de febrero del año pasado, Ucrania depositó su candidatura a la adhesión a la Unión Europea y obtuvo el estatus de país candidato en junio siguiente. Los requisitos, tanto en materia de Estado de Derecho como de transparencia y de lucha contra la corrupción, no faltan. Pero la voluntad esta definida y aprendida con fuerza.
Esta cumbre se realiza mientras Vladimir Putin conmemora la victoria del “Ejército Rojo” de la ex-Unión Soviética en Estalingrado contra las fuerzas del difunto Reich nazi, a 80 años de sucedida. Celebrando la guerra patriótica, el líder del Kremlin nutre la fibra nacionalista rusa para legitimar una intervención en Ucrania. De “operación militar especial” en febrero de 2022, la intervención rusa se transforma en un conflicto de alta intensidad contra Ucrania. Las consecuencias internacionales se hacen sentir rápidamente: la presión sobre el suministro en energía tanto como alimentos y fertilizantes, la búsqueda de alianzas tanto como la denuncia de posiciones occidentales, participan en la cristalización de las posiciones, bloque contra bloque.
La referencia constante a la Segunda Guerra Mundial y a través de ella a los nazis, consiste para Putin en un mecanismo para forjar un patriotismo ruso contra un exterior occidental que sería una amenaza, introduciendo una lectura alternativa, “de liberación”, contra una forma de opresión contra lo que sería la verdadera alma rusa, pacificadora. Es la razón por la cual la cumbre de Kiev es estratégica: tanto al nivel económico como militar, el apoyo visible europeo al igual de los americanos, tiene la vocación de reforzar una alianza, para contener la presión rusa.
Por tanto, el anuncio anticipado de una posible nueva ofensiva rusa en el este y en el sur de Ucrania, después de la toma de Soledar y combates fuertes en Bakmut, puso en relieve el anclado europeo ucraniano frente “a la agresión injustificada” de Rusia. Y por cierto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, declaró en Kiev: “Ucrania es la Unión Europea, y la UE es Ucrania”. Es decir, cuán convencido está el ejecutivo europeo a pesar de los desafíos que debe enfrentar Ucrania para ponerse al nivel de la adhesión a la Unión. Kiev por cierto, quiere ir muy rápido : el jefe del gobierno, Denys Shmyhal, afirmó que esperaba una adhesión en “los dos años” que vienen. Para los expertos europeos, y a pesar de los esfuerzos para integrarse al derecho europeo, este objetivo aparece bastante optimista, unos dirán “idealista”: las reformas, tanto administrativas como políticas, económicas y como sobre el mercado del trabajo.
Al final de la cumbre, Úrsula Von der Leyen y Charles Michel reconocieron en un comunicado oficial “los esfuerzos considerables desplegados por Ucrania estos últimos meses”.
Pero es posible que aquí esté el peligro: en Ucrania, los cambios drásticos generados por el proceso de adhesión, en medio de la guerra, pueden revelar una fractura interna con las posiciones del presidente Zelenski. Y en la Unión Europea unos miembros pueden ser reservados, sobre el proceso de adhesión que pueden considerar demasiado rápido. Todo está ligado a la situación del conflicto mientras en Kiev todos se preparan a una ofensiva rusa.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales