Por Este pasado martes presenciamos una nueva transmisión de la que hoy se ha vuelto la típica cadena nacional de la Presidencia de la República. Una producción montada acorde a lo este gobierno vende: espejismos montados en un show a la medida. En este último episodio político-televisivo presenciamos la gran venta de la nueva mega cárcel que ha edificado el oficialismo. Pero sin duda alguna, lo más impresionante es que quien guiaba al Presidente de la República en las instalaciones de este nuevo recinto era Osiris Luna, el mismo que ha sido señalado por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, el mismo que ingresó a personas encapuchadas a las cárceles para negociar con pandilleros, y sí, el mismo que es parte de la Lista Engel.
¿Con qué cara hacen este anuncio? ¿De verdad no les da un mínimo de vergüenza con la comunidad internacional y con todos los contribuyentes salvadoreños? El carcelero que vimos en la cadena nacional también es el que viajó hace años en un jet privado, sin revelar quién había pagado ese vuelo. En aquel entonces se viralizó la pregunta: #QuiénPagóElViajeDeOsiris. El carcelero también fue diputado por el partido insignia de la corrupción, GANA. El carcelero también fue señalado de crear puestos de trabajo fraudulentos de los que supuestamente se adueñó los salarios. El carcelero ha estado rodeado de corrupción desde siempre. Menudo carcelero con el que desfiló en televisión abierta el señor Presidente.
Una vez acabada la cadena nacional, el Presidente tuiteó una de sus más memorables frases: “El dinero alcanza cuando nadie roba”. ¿En verdad es tan cínico? Si el carcelero que lo guió en todo el recorrido de su nueva cárcel –en su extensa lista de actos corruptos– también ha sido señalado de apropiarse de más de 42,000 paquetes solidarios que no llegaron a los afectados por la pandemia, sino que fueron vendidos por cuenta propia del carcelero. Realmente el dinero no alcanza, porque sí han existido múltiples casos vinculados a supuestas extracciones y malversaciones de dinero público.
De qué sirve una megacárcel si el carcelero no ha sido capaz de explicar cómo el alto cabecilla de una pandilla, conocido como El Crook, en lugar de estar cumpliendo su condena de 40 años en el penal de máxima seguridad de Zacatecoluca, hoy se encuentra fugado en México, cómodamente lejos de la justicia salvadoreña. En palabras simples: ¿de qué sirven nuevas paredes si el carcelero sigue oliendo a pactos rancios y corruptos?
Las credenciales del carcelero no pueden ser más claras, pero a pesar de todo ello, lo que recientemente hemos atestiguado es algo expedito y muy propio de los intereses de este gobierno, ¿y dónde quedan los intereses de la ciudadanía? Es decir que hay megacárcel pero nunca terminaron el nuevo hospital Rosales, hay megacárcel pero las nuevas 5,000 escuelas remodeladas que prometieron nunca se entregaron a los alumnos que las necesitan. Sí, pareciera que el dinero alcanza, pero solo para aquellas cosas que le permita al oficialismo vender una percepción con la cual poder ganar votos en 2024.
Esas imágenes transmitidas en esta última cadena nacional enmarcan muy bien la definición de este gobierno, pero sobre todo la visión dictatorial que ellos poseen. Un carcelero, un mega centro para perpetuar violaciones a los derechos humanos y espejismos provocados por su aparato de propaganda. Este es el proyecto del presente y del futuro del oficialismo. ¿Queremos un futuro de garantías y libertades o uno en dónde se haga lo que al carcelero se le antoje?
El esquema en el cual todos los actores democráticos debemos converger es muy sencillo, y ni siquiera debe enfocarse en lo programático. El esquema de nuestro propósito inmediato es: democracia o dictadura.
Comunicólogo y político