En una conferencia que dio en el Tecnológico de Monterrey, Moisés Naim culpó a tres palabras que comienzan con P por todos los problemas que estamos viviendo en el mundo. (https://www.moisesnaim.com/otros-medios/2020/4/9/las-tres-pes ). Las tres PES son:
Populismo. Naim no definió claramente esta palabra en su conferencia. Mucha gente lo entiende como dar prioridad a los temas que aquejan a las mayorías. Pero eso no tendría nada de malo. Es lo que busca la democracia. El populismo es dar prioridad a las apariencias sobre la realidad. ¿Qué es lo que vuelve populista al gobierno de El Salvador? No es que de prioridad a los temas que sacarían a las mayorías de la pobreza. El populismo está en que pretende darles prioridad dándoles unas limosnas a las mayorías a costa de no darles lo que de verdad les ayudaría a salir de la pobreza—la educación, la salud, los buenos servicios públicos. En el proceso los está dejando ensartados con unas deudas que los va a dejar todavía más pobres. Y están perdiendo sus derechos ciudadanos, dejando su destino en manos de un grupo enquistado por décadas en el poder.
Polarización. La polarización es el reino de la intolerancia, lo cual se convierte en fuente de muchos conflictos y convierte a estos en pleitos que no se pueden resolver excepto forzando las opiniones de los que tienen el poder.
Posverdad. Su significado es la mentira, las noticias falsas, los escándalos mediáticos, el sensacionalismo y, peor que todo, la idea de que la verdad no existe porque no tiene asidero objetivo.
Todo esto suena muy bien. Pareciera que los fundamentos de nuestros problemas han sido expuestos. Si no hubiera populismo, polarización, y postverdad la democracia no estaría en la crisis e la que está, por ejemplo, en El Salvador. Estas tres cosas son las culpables. ¿Y? ¿Qué hacemos para recuperarla? ¿Esperar a que las tres PES desaparezcan?
La verdad es que las tres cosas no van a desaparecer. Son ya demasiado viejas, tan viejas que si su existencia fuera la causa del autoritarismo actual éste hubiera existido desde hace milenios. A través de toda la historia ha habido aspirantes a populistas, que polarizaron la sociedad para tomar el poder, y socavaron la verdad para poder inyectar sus mentiras. Aspirantes a líderes como ellos han abundado en el mundo moderno. El control de la posverdad que tenían los regímenes comunistas y fascistas era más asombroso que el de Facebook. Pero no siempre han ganado. Si las tres PES fueran las causas de la tiranía, siempre que han existido (y han existido siempre) habría habido tiranías. Y eso no ha pasado.
En realidad, las tres PES no son causas. Son síntomas, no son ni siquiera todos los síntomas, y exculpan al verdadero culpable. La verdadera pregunta es por qué el público se deja engañar, o pretende que se deja engañar por la posverdad y los populistas, y se deja llevar a la polarización aun sabiendo que en ella sólo tragedias va a encontrar. En la base de esta polarización está el odio. Ese sí tiene fuerza por sí solo. No es una abstracción sin sabor como “polarización” sino una motivación para actuar negativamente.
La ciudadanía está muy consciente de que vivimos en un mundo que está polarizado a un grave extremo, y entiende que eso ha abierto la puerta para que populistas inyecten odio y empeoren la polarización, y que para apoyar esos odios usan la posverdad. La gente sabe que lo que dicen para activar el odio es mentira, y no les importa. En El Salvador se ha llegado al extremo de que el presidente dice que la guerra civil que dejó 80,000 muertos era una mentira, y la gente que perdió parientes y amigos y sufrió espantosamente lo cree, o dice que lo cree porque el creerlo justifica un odio más nuevo, y el odio es mucho más fuerte que la objetividad. La posverdad no es la fuente del odio. Es solo el pretexto para odiar. La polarización es solo el resultado del odio. La gente hoy busca el motivo para odiarse, para polarizarse, y busca nuevos odios. Ya los odios pasados, los de la guerra, pueden olvidarse porque hay odios nuevos. O quizás son los mismos, pero ahora disfrazados con otro signo ideológico.
Así, pues, entre las PES falta una O, la del odio, que es la verdadera fuente de donde salen todos los síntomas. El odio divide a las sociedades y las vuelve impotentes, dejando solos a los que dividen y vencen con la mentira, que la gente quiere creer porque las mentiras que les dicen alimentan sus odios.
Por ese odio endémico es que no les importa que las cosas vayan mal, con tal de que piensen que a los que ellos odian les va peor. Por eso es que aquí hay muchos que votan por el que ataca a Estados Unidos y que escupen veneno contra ese país, pero que se marchan para allá en cuanto tienen una oportunidad. Y por eso al llegar allá y asegurarse su posición votan por los que quieren parar la inmigración. Si no entendemos por qué es que estamos como estamos, y culpamos a tres PES por todos los males, jamás lograremos resolver los problemas de este país. Siempre ganarán los que lo dividen con resentimientos y envidias.
Máster en Economía
Northwestern University