En muchas regiones del mundo el covid está resurgiendo, lo que obliga a los pobladores de esos lugares a volver a las precauciones previas, entre ellas evitar aglomeraciones, guardar la distancia “social”, no salir de noche, retomar el uso de la mascarilla y el aseo constante.
En China la nueva ola ha infectado, según se dice, a varios millones de personas, calculándose que cerca de un millón han muerto en los últimos tiempos, sobrecargando los hospitales y los crematorios. El nuevo brote ha obligado a muchos países a restringir la llegada de viajeros de China.
Se dice constantemente que la propagación del covid es un resultado de la dictadura china, pues hubo un médico, Li Wenliang, quien denunció sobre la presencia de un virus muy contagioso, pero la dictadura lo acusó de “propagar falsos rumores” y lo encarceló. Que la peste sea una forma de guerra bacteriológica para debilitar al mundo es motivo de especulación pero nadie gana usando bacterias contra sus enemigos pues éstas cruzan murallas, montes, distancias, como sucedió con la peste bubónica que mató a la tercera parte de la población europea de su tiempo.
El horror de la bubónica se describe en el preámbulo de “El Decamerón” de Giovanni Boccaccio, uno de los grandes clásicos de la literatura universal que recomendamos leer a todos.
Pestes existen desde que hay seres vivos sobre la Tierra, pues también y como lo demuestran los flagelos que atacan aves, roedores, hasta insectos, cuando una especie animal o vegetal se propaga, genera de inmediato contrabalances, como parásitos y virus atacan a grandes rebaños e inclusive a bosques.
Se dice que cada cierto tiempo los bosques propician incendios para liberarse de los atacantes; pasado un tiempo entre las cenizas del bosque brotan las nuevas plantitas…
El hombre está cada vez más protegido por la medicina, vacunas, aparatos de diagnóstico… lo que por desafortuna no siempre está al alcance de las naciones del Segundo y Tercer mundos, a lo que se agrega el flagelo de la corrupción, que en nuestro país ha debilitado la asistencia hospitalaria, las campañas de vacunación para proteger a niños, el robo de equipos, presupuestos y personal para montar “nosocomios de propaganda” como el “Hospital El Salvador”, con el que se pretende justificar un saqueo de sesenta millones de dólares, a lo que se suma la pretensión de asignar cada año una similar suma a dicho elefante blanco.
El desastre económico resultante de las imparables ocurrencias y la corrupción se traduce en gente menos sana, niños débiles, pesimismo. Vivir acosados por la pobreza, ingeniárselas cada día para comer, vuelve a la gente más vulnerable, no solo a enfermedades sino a caer en vicios y, en el caso de nuestro país, en alcoholismo.
Las dictaduras empobrecen y propician enfermedades
Las dictaduras empobrecen y, en la medida que sean más concentradas y brutales, propician el resurgimiento de enfermedades que se suponía estaban ya erradicadas. En Venezuela males como el sarampión y hasta el polio han rebrotado, al mismo tiempo que en nuestro país las enfermedades respiratorias están asolando a los mayores de edad.
¿Cuál es el origen de estas calamidades? Aquí, al igual que en China, en Irán, en Birmania, en Nicaragua, las dictaduras están generando las condiciones para que haya más enfermedades, menos asistencia, más dolor…