Un joven fue examinado por militares, desde la cabeza hasta los pies, en la calle La Granjita de la colonia El Progreso, en San Antonio Abad, San Salvador.
Esa comunidad se encuentra custodiada por la Fuerza Armada desde el 24 de diciembre pasado. El hombre, de piel morena y tatuajes artísticos, se dirigía a trabajar cuando tres soldados lo retuvieron para registrarlo.
No demostró incomodidad al procedimiento, se quitó la camisa y se llevo las manos a la nuca. Luego mostró el interior de sus labios y tuvo que responder por sus tatuajes. Uno era en memoria de su padre, que fue asesinado por pandilleros en Lourdes, Colón, le contestó a uno de los soldados. Al no encontrarle ningún ilícito ni antecedentes, lo dejaron ir.
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Uno de los residentes de la zona, que prefirió el anonimato por seguridad, dijo estar de acuerdo con el cerco militar, siempre y cuando se persiga a las personas con vínculos con pandillas o que tengan problemas legales, porque en La Granjita no todos se dedican a vender droga.
“Con el cerco militar no se puede decir nada, no se puede hablar porque los derechos están nulos y si ellos dicen que usted es, es porque así es”, reflexionó.
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También lamentó que estén capturando a personas que tengan antecedentes penales a pesar que ya hayan cumplido con su condena. “Para nuestro presidente, las personas no tienen derecho a la reinserción en la sociedad, por que hay gente que se han llevado y que es inocente”, concluyó.