¿Es que el avance de la tecnología hace que muchas labores humanas se vuelvan obsoletas y sus practicantes queden inexorablemente relegados a un desempleo crónico?
Desde que gracias al capitalismo descubierto como doctrina por el pensador escocés Adam Smith en 1759, inventos como la máquina de vapor dejaron fuera a los trabajadores en cierta clase de fábricas, a cocheros, jinetes, remeros en navíos y muchos otros, pero al mismo tiempo no solo surgieron nuevas oportunidades sino que se multiplicó el número y la calidad del empleo.
El último en sostener la idea de que con el avance de la tecnología de robots más y más personas quedarían relegadas, forzando a las sociedades a establecer una especie de renta para los cesantes es Elon Musk, quien pese a sus pronósticos ha generado con sus empresas más empleos de los que ha destruido, a lo que se debe sumar un hecho de gran importancia: en el segundo y tercer mundo sucede por lo general lo contrario al pronóstico: no sólo la tecnología genera más empleos sino que el incremento en la producción se traduce en más personas que dejan labores manuales para incorporarse a la generación de riqueza de un superior nivel.
Esto, desde luego, cuando nadie roba, ya que las sociedades saqueadas y las que permanentemente se endeudan, el fenómeno es el inverso: la pobreza cunde, los vicios se propagan, el futuro de niños y jóvenes cae en un agujero sin fondo previsible…
El gran atraque del momento se presenta como una “reforma de pensiones”, ya que se teme que la dictadura quiere usar los ahorros de los trabajadores para cubrir las deudas que sus despilfarros y ocurrencias han generado..
Volvamos a la tecnología: no solo hay “avance tecnológico” cuando robots montan ordenadores, electrodomésticos, automóviles y similares maravillas del mundo actual, sino que lo hay cuando el ebanista pasa del serrucho a la sierra mecánica, el dentista del taladro movido por pedales a los actuales donde el aire húmedo (que enfría) mueve el aparatito dental, los equipos médicos ayudan a diagnosticar mejor gracias a lo que personas especializadas encuentran en los organismos.
En África, la tecnología con frecuencia es un panel solar que permite a un campesino a extraer agua del subsuelo y palas mecánicas con las que puede formar pequeños reservorios para recoger agua lluvia y contar con ella durante los meses secos.
En África llueve muy poco; en nuestro El Salvador Dios nos bendice con un régimen de lluvias maravilloso, pero al lado de esa bendición hay una maldición: los encargados del manejar el agua no pasan de hacer pozos; a ninguno de ellos, pudiendo ser debido a que Dios no les dio “lo que tampoco Salamanca presta”, se le ha pasado por la cabeza formar reservorios a lo largo y ancho del país!!!
Romper el manto abriendo pozos es siempre una maldición en ciernes
El agua, se repite aquí hasta la saciedad, “es un derecho”, pero lo es cuando los diversos grupos sociales se ocupan de supervisar su uso, la usan con medida y presionan para que los encargados de manejarla se ocupen de cuidar lo que es un maravilloso patrimonio nacional.
La amarga lección del Valle de Zapotitán debe siempre tenerse presente: si al perforar pozos se rompe el manto freático, zonas ricas en riachuelos y humedad se convierten en gran medida en desolados lugares donde moscas y mosquitos proliferan…