Lugares de interminables tertulias, de encuentro, de lectura, de diversión y de buen sabor. Así eran los cafés de antaño del centro de San Salvador, esos rincones tranquilos que ahora solo son parte de la memoria de algunos salvadoreños.
Cerrando los ojos a lo mejor podemos trasladarnos en el tiempo, adentrarnos a esas cafeterías y recordar otras épocas, esas en las que todo era diferente.
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A finales del siglo XIX en inicios del XX, la ciudad contaba con varios cafés de renombre; eran lugares donde se reunía la gente para disfrutar de una suculenta taza de café y de un rico postre y para conversar con amigos sobre literatura, política, arte, etc. Está claro que en aquellos años no existían las redes sociales o medios digitales, por lo que eran los lugares perfectos para enterarse de las últimas noticias respecto a un determinado tema. También era el sitio ideal para conocer de primera mano los chismes que rondaban a algunos personajes de la sociedad.
“San Salvador tenía cafeterías populares, como la Doreña, la de la Asociación Cafetalera, el Bella Nápoles, la Carymar, la Don Quijote... Eran muy populares por baratas. En ellas se reunían los poetas, pintores, etc. Por eso eran también visitadas por los orejas y soplones de la policía y guardia nacionales”, recuerda el historiador salvadoreño Carlos Cañas Dinarte. “La Cafetería Americana, sobre la avenida España, era de más caché, más cara, y estaba libre de orejas y soplones, porque no podían pagarse el café con sus sueldos miserables”, agrega.
El reconocido historiador radicado en España, manifiesta que en aquella época era bastante conocido el Café Nacional, que se encontraba en el corazón de la ciudad capital.
“Hubo varios famosos, como el Café Nacional, al costado oriente de la plaza Barrios. Sólo podían entrar hombres”, refiere Dinarte.
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Según el también escritor, para las mujeres y niños estaba el Café y Sorbetería Hispanoamericana, que se ubicaba en la esquina nororiental de donde ahora se construye la Biblioteca Nacional.
Entre tantos cafés de antaño también son recordados La Corona, La Americana y hotel Café Izalco, este último situado en las proximidades del parque San José.
Recordado es también el popular Café Skandia, que se encontraba en el Gran hotel San Salvador, en el centro de la capital. Otro de los puntos de interés en aquellos años era el prestigioso café y restaurante Don Quijote, instalado en ese mismo hotel.
Uno de los cafés más memorables fue el Bella Napoles, que se encontraba en la 4a avenida Sur del centro capitalino, en las cercanías del portal La Dalia. Este restaurante cerró sus puertas a principios de 2018, sin embargo, se mantiene vivo en la memoria de quienes por décadas tuvieron el privilegio de visitarlo y de disfrutar sus deliciosos platillos y postres.
Lamentablemente todos eso cafés desaparecieron con el pasar del tiempo. Las estructuras de la mayoría de esas cafeterías sucumbieron por la fuerza de la naturaleza y otras fueron demolidas para darle lugar a nuevas edificaciones.
