Los trastornos mentales son frecuentes, más de lo que la población es consciente. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), establecen que, aproximadamente, una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno mental y que, además, la depresión y la ansiedad son los más comunes.
Muchos de los síntomas, sobre una mala salud mental, no son identificados fácilmente, como sí lo son las alertas de otras enfermedades físicas. Aunque, por ejemplo, la alergia en la piel, caída del cabello, dolor de cabeza, en espalda o el dolor en el colon pueden ser síntomas de trastornos en la salud mental, según los expertos.
Esta es una situación recurrente y según la OMS, en 2019, casi mil millones de personas (entre ellas, el 14 % de los adolescentes de todo el mundo), estaban afectadas por algún trastorno mental. Los suicidios representaron más de una de cada 100 muertes y el 58 % de ellos fue cometido por personas menores de 50 años de edad.
La psicóloga y docente salvadoreña, Margarita Weil, dice que la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona se desarrolla. “La salud mental es el estado óptimo para el desarrollo de una persona en los ámbitos intelectual, físico y espiritual”, destaca.
Además, la profesional afirma que el cuerpo puede hablar sobre la salud mental de una persona. Las recientes investigaciones apuntan a que las personas tienden a somatizar sus problemas. Esto significa que, dentro de los diferentes niveles de estrés, por ejemplo, las hormonas generadas por el estrés, el dolor y la ansiedad llegan afectar el cuerpo.
La salud mental y física están conectadas
“La salud mental está íntimamente vinculada con la salud física. Además, muchas manifestaciones como la ansiedad tienen factores biológicos que se desarrollan en el momento de la crisis’’, asegura Weil. El cuerpo, entonces, refleja las situaciones mentales.
Algunos padecimientos muy conocidos y comunes como la gastritis y la colitis suelen ser problemas de personas que no pueden expresar sus emociones. “Esto tiene que ver con que el cerebro no distingue entre la realidad y la fantasía, en el momento en que él percibe una situación, de A o B manera, reacciona biológicamente en función de una percepción, y si esa percepción genera preocupación, angustia, ansiedad, etc, existe una somatización”, expone la psicóloga.
En su informe mundial sobre salud mental, “Transformar la salud mental para todos”, la OMS explica que las desigualdades sociales y económicas, las emergencias de salud pública, las guerras y las crisis climáticas se encuentran entre las amenazas estructurales para la salud mental presentes en todo el mundo.
Para tener salud mental también hay que tener garantizados recursos básicos.
Uno de los aspectos más preocupantes es que las personas más pobres y más desfavorecidas de la sociedad son las que mayores riesgos corren de verse afectadas en su salud mental, y también las que menos probabilidades tienen de recibir los servicios adecuados. Sobre todo porque la salud mental no tiene la misma importancia desde la salud pública, como otros tratamientos médicos.
La falta de acceso al derecho de una vivienda digna, salud, empleo, seguridad y educación son aspectos que ponen en mayor vulnerabilidad la salud mental. En El Salvador, al menos 1,947,796 personas viven en pobreza multidimensional, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2020, indicador que no se basa solamente en ingresos monetarios sino en la suficiencia de ingresos para el bienestar de cada familia.
Desde la salud pública no se garantiza el acceso a la salud mental, tampoco son conocidos los planes y proyectos para impulsarla en el país. Según el mismo estudio, incluso antes de la pandemia de COVID-19, solo un pequeño porcentaje de las personas que la necesitaban tenían acceso a atención de salud mental eficaz, asequible y de calidad.
El COVID-19 agravó la situación. Según la OMS, la depresión y la ansiedad aumentaron más de un 25% en el primer año de la pandemia. En este contexto se vuelve importante tomar en cuenta, según Margarita Weil, que trastornos como la depresión bajan los sistemas de defensa y hace que las personas sean más vulnerables a procesos virales, bacterianas, etc.
Buscar ayuda psicológica en El Salvador es un privilegio
El acceso a tratamientos psicológicos y psiquiátricos en el país es costoso. Asistir a una clínica privada implica tener entre $30 a $50 dólares por cita. Esto, en la familias de bajos recursos, llega a representar hasta un 20 % de sus ingresos mensuales. Desde el sector público tampoco se hacen los esfuerzos necesarios para trabajar por una buena salud mental de la población.
En El Salvador, al menos para 2017, según el Ministerio de Salud, en el sector público solo habían 66 profesionales para tratar a personas con trastornos mentales. Además, a eso se suma que quienes logran obtener acceso a tratamiento psicológico y psiquiátrico deben esperar mucho tiempo para sus citas.
Pese a estas limitaciones, existen organizaciones como Fundación Continúa, que surgieron por la necesidad de garantizar un fácil y humanitario acceso a la salud mental. La fundación brinda consultas a precios accesibles y que estas sean virtuales permite llegar a muchos lugares del país.
Educarse en temas de salud mental es urgente
Hasta ahora existen muchos estigmas y mitos sobre el cuidado de la salud mental, que no permiten hablar libremente sobre el tema, o al menos a quienes presentan ciertos síntomas, esto no les da la posibilidad de comunicarlo. A raíz de eso, Laura Árevalo, fundadora de Fundación Continúa, menciona que los mitos alrededor de los trastornos mentales deben ser erradicados.
Cuidar la salud física y mental debe ser nuestra principal meta
“Por ejemplo, tener depresión es una enfermedad como cualquier otra, como cuando alguien tiene diabetes, nadie le echará la culpa por tenerla, al contrario hay gente que le dice que busque ayuda”, dice. “A nadie se le ocurriría decir cuando alguien se quiebra un hueso que no vaya donde un especialista, lo mismo es cuando alguien tiene depresión, que no es una tristeza”, explicó.
Por otro lado, otra idea equivocada, según Laura, es que las personas creen que la ansiedad es un nerviosismo , que quienes padecen depresión son negativos o tristes.
“Esto es minimizar una enfermedad donde la gente verdaderamente está sufriendo’’, expuso Laura. Las connotaciones negativas hacia los trastornos mentales como cuando las personas emplean muy mal los términos como: esquizofrenia, bipolaridad para referirse a personas que realmente no lo padecen reproducen estigmas que impiden posteriormente que quienes necesitan ayuda la busquen. Para Laura, en caso de presentar una sintomatología como toda la descrita por más de dos semanas, es importante buscar ayuda.
Si usted necesita buscar ayuda o conoce a alguien que la necesite puede escribir a las redes sociales de Fundación Continúa o buscar en su sitio web. Tendrá que llenar un formulario en línea que es confidencial y seguro, con el que posteriormente un profesional de la fundación se contactará.