Por Hay una pandemia oculta, secreta, subyacente a las otras pandemias. Es mil veces más grave para la humanidad, que las provocadas por virus.
Conociendo muy poco de neuroanatomía, Sigmund Freud dividió al ser humano en tres partes “ello”, “yo” y “super yo”. 100 años después, Paul MacLean dividió nuestro cerebro en tres partes: reptiliano, límbico y neocórtex. Hay una marcada coincidencia entre características de los elementos correspondientes de estas teorías, en cuanto a conducta humana se refiere. El complejo R, o cerebro reptiliano, se corresponde casi perfecto, con el “ello” freudiano; el cerebro límbico, con el “yo”; y el neocórtex, con el “súper yo”.
El reptiliano es el centro de nuestra naturaleza animal, egocéntrica, narcisista, hedonista, con marcado desprecio por normas, reglas y leyes, se corresponde al “ello” freudiano, que tiene similares conductas, como el otro yo, del doctor Merengue, ¿Recuerdan? El “súper yo” es el racional, intelectual, objetivo, respetuoso de las leyes; se corresponde con el neocórtex de MacLean. Y el “yo”, con el cerebro límbico: el intermediario, que usa de ambos cerebros. Es equilibrio, a veces respeta y a veces viola las leyes, pero busca el balance.
Hermes Trimegisto, un personaje que no puede ser negado ni confirmado, pero tampoco refutado, postuló 7 Leyes universales que afectan al Hombre. La que viene al caso, es la del Ritmo, mejor conocida como Ley del Péndulo. Esta dice que todo responde a ciclos de un extremo a otro, de frío a caliente, de blanco a negro etc. en este caso, de lo racional a lo animal y viceversa. Ampliando esta idea, hay una época en que predomina lo blanco, seguida de otra, en que predomina lo negro, algo así como el Renacimiento que surge del oscurantismo. De períodos de expansión del colectivismo, envuelto en comunismo; seguido de períodos de liberalismo capitalista y viceversa.
El animal anda suelto, la verdadera pandemia, la más grave de todas se da porque el Péndulo, infortunadamente, por ahora está del lado de los animales, del complejo R; dejando del otro, al ser pensante, racional y libre. “Machos alfa” y “manadas” andan sueltas; unos, acumulando y afilando armas para someter, y otros, preparando rodillas y traseros para someterse.
En este tiempo es exageradamente fácil engañar a las manadas de primates; basta ofrecerles protección de “macho dominante” a cambio de servidumbre y sometimiento.
El cerebro reptil está reinando por ahora en el mundo y peligra anclarse por mucho tiempo. Solo un remanente ofrece resistencia. Muy pocos están claros que, desde hace 100,000 años, dejamos de ser manada y nos convertimos en mujeres y hombres libres, que nos cuidamos solos y no necesitamos la figura parasitaria y abusiva del macho alfa. Es por eso que quienes resistimos lo primate e irracional debemos prepararnos, o resignarnos a que nuestros hijos y nietos, sean absorbidos y dominados por “el gran hermano”.
Muchos países, con un estilo u otro, están controlados por una estructura piramidal de poder y en la cúspide de esta se encuentran los modernos “machos dominantes”. Pero son posibles, por la sumisión absoluta de las grandes manadas de pseudo humanos.
Pero más grave que esto son los “machos alfa” que quieren dominar la “Gran Manada”, o sea, a toda la humanidad. Hay quienes dicen que esto es “conspiranoia”, porque no es posible que alguien o algunos, quieran dominar el mundo. No saben nada de historia. Hay una gran lista de personajes que quisieron “dominar el mundo” y/o dominaron gran parte de este: Alejandro el Magno, Ciro I, César, Atila, Napoleón, Hitler, etc. La diferencia es que quisieron hacerlo y lo hicieron, por las armas; ahora, buscan hacerlo por la tecnología, “que no es lo mismo, pero es igual”. Es más, hay religiones que en pleno siglo XXI dicen abiertamente que van dominar el mundo. ¿No me creen? Escriban en Google “Islam will dominate the world” y vean lo que sale.
¿Qué nos queda por hacer? ¿Defender el mundo? No. Primero debes estudiar, leer, meditar y tomar consciencia del peligro que se cierne, de que pases de ser un ciudadano libre a perderte en una manada de imbéciles. Es decir, empieza por salvarte tú. Después, abre tu círculo, trabaja para que nadie de tu familia desaparezca en medio de las masas amorfas de las manadas dominadas por machos alfa. Sigue ensanchando tu zona de consciencia, pero despacio, sin correr, “con paso seguro”.
Llegará un momento en que lograrás tu máximo alcance; debes quedarte ahí, trabajando para que la consciencia objetiva y racional se conserve en quienes están en tu zona. Recuerda que, sin libertad, eres una mascota, o peor, un árbol.
Psicólogo.