En El Salvador sobran las leyes, pero muy poca gente las conoce y mucha menos gente las cumple. Algunas porque son obsoletas y totalmente absurdas, como una que pone una multa por proferir palabras soeces o escupir en la calle. Otras porque están tan mal hechas, que ni los mismos diputados que las elaboraron, por órdenes superiores, las entienden, pues no hubo necesidad de leerlas para poder aprobarlas con dispensa de trámites.
Una ley apadrinada por la Primera Dama fue la de “Crecer con cariño”, destinada a velar por los intereses de la mujer salvadoreña, en la crianza de sus hijos y protegerla desde el momento del parto. Aunque era tanta la sombrilla protectora para la parturienta, que muchos médicos especialistas consideraron como una afrenta para su capacidad profesional, al exigirle consultar a la paciente, a su esposo o a su madre, para realizar cualquier procedimiento, incluso los de rutina. No se sabe si consultaron a médicos ginecólogos, o solamente a alguna agencia de publicidad para elegir el título “Crecer con cariño” que facilitara su mercadeo.
El estado de excepción ha demostrado que el apoyo a mujeres y niñas no existe y que las autoridades son un peligro y amenaza para niñas y adolescentes: hay 1,600 capturadas. En la madrugada del 1 de julio 2022, la casa de Evelyn fue invadida por alrededor de 20 militares, que se llevaron a su hija de 17 años, con la mentira de que iban a interrogarla, para luego acusarla de agrupaciones ilícitas. Allanamiento de morada, no justificado por el régimen de excepción. Madres que desconocen el paradero de sus hijas, y al preguntar en las delegaciones, reciben mal trato y amenazas. El abuso policial ha llegado al grado, de realizar los allanamientos en la madrugada, y de invadir los dormitorios de las adolescentes para capturarlas.
Karla, la adolescente embarazada, capturada en una parada de buses, que perdió a su hijo en la prisión y sentenciada a dos años de cárcel, sin que exista prueba alguna del delito de agrupaciones ilícitas, y sin que su madre sepa en qué condiciones ocurrió la pérdida de su bebé, ni sobre su estado de salud. Actualmente, el estado y las autoridades se han convertido en una amenaza para los más débiles, a quienes tiene la obligación de proteger.
Son cientos de mujeres de la tercera edad que, como abuelas, deben velar por nietos y sobrinos porque los padres están detenidos. Mujeres que han tenido que amamantar a sus hijos en las condiciones insalubres y espantosas de las prisiones. Madres que claman y exigen a la Primera Dama, el cumplimiento de “Crecer con cariño” lo cual es imposible si ellas se encuentran detenidas. Y además de la angustia de permanecer fuera de los penales, en las peores condiciones, esperando noticias de sus parientes, cuyo paradero desconocen, y el gasto extra para el kit de limpieza, aumentada por el rumor de que deberán depositarse $220 en las tiendas penitenciarias, administradas por el gobierno ¿Quién esperará lucrarse de la angustia de esa pobre gente?
El ministro que se enorgullece de haber capturado 56,000 terroristas, insultando a los miles de inocentes que hay en las cárceles, y al asegurar que todavía falta capturar a 20,000 más para limpiar el país de los terroristas, insulta a la población honrada que sabe que muchos terroristas andan sueltos, que han sido capturados dos veces, y los de muy alto nivel han merecido hospedarse en elegantes apartamentos y ser trasladados fuera del país en vehículos oficiales. ¿Y este es el presidente que quiere reelegirse para continuar con un régimen dictatorial, que castiga a los más vulnerables? Salvadoreños, en nuestras manos está evitarlo.
Maestra.