En San Miguel, ya se siente un aroma carnavalero, por sus fiestas patronales, y el estadio Barraza fue sede de una fiesta futbolera con la definición de esta serie semifinal.
Camino a la "Perla oriental", los buses con aficionados del Águila y del FAS invitaban a estar pendientes de un ambiente colorido. En la ruta, estos venían cantando, mostrando con orgullo sus banderas y sus camisas.
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Mientras en el estadio migueleño, desde las 9:00 de la mañana, según comentaron, ya habían filas en las taquillas para comprar las entradas.
Muchas se vendieron en poco tiempo, parte de ellas en manos del "mercado negro", que llegó casi a triplicar su precio. El más barato era de $6.
Y aunque fueron varios espacios en blanco, la afición tigrilla se vio limitada, ya que vendieron menos de lo que cabe en el lugar asignado para la visita y no dejaron entrar atodos. "Prefieren un estadio vacío que más gente de FAS", reclamó un seguidor.
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Extraoficialmente, se decía que esto era una revancha por lo que los migueleños sufrieron el miércoles en el Quiteño.
Se intentó tener opinión de la gente de Águila sobre este tema, pero dijeron: "En este momento, no podemos hablar".
Muchos de los seguidores tigrillos se quedaron afuera del estadio, alentando a su equipo, siguiendo el partido desde los teléfonos móviles y radios portátiles.
Al cierre de la nota, no se reportaba ningún disturbio. Los policías sólo tenían informes de algunos desórdenes menores, producto del alcohol.