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América y Apocalipsis

El Papa Pablo III proclamó en 1540 que “no se podía privar la libertad ni arrebatar los bienes a los naturales americanos, a los que había que convertir por medio de la predicación y el ejemplo”, reclamo que por supuesto no prosperó. Pasaron casi 500 años para que los tres últimos papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, pidieran perdón por el trato injusto recibido por los indígenas de este continente, durante la conquista y evangelización.

Por Mario Aguilar Joya

No hay duda de que el título es impactante: “América y Apocalipsis”. Fue utilizado por el Doctor italiano Adriano Prosperi, historiador y profesor de la Scuola Normale Superiore de Pisa, Italia. Apareció en la revista Teología y Vida en el año 2003. La finalidad era, en aquel entonces, llamar la atención a dos eventos que están implicados en el descubrimiento de América: Un nuevo mundo y el final del mundo. Por supuesto, el escritor Adriano Prosperi, fiel a su papel de historiador colocaba el Descubrimiento de América en la perspectiva de un Nuevo Mundo con todo lo inédito aún por revelar. Sin embargo, también había que conocer y reconocer lo que surgió de ese descubrimiento, una conquista cruel y despiadada, es decir un verdadero apocalipsis para la población nativa.


La famosa frase atribuida al escritor George Orwell, “la historia la escriben los vencedores” y, como en este caso, esta historia fue escrita por los conquistadores, dejando poco espacio en la literatura, para conocer el destino y sufrimiento de los nativos conquistados, es por este motivo que los escritos de Fray Bartolomé de las Casas tienen un valor extraordinario pues nos muestra la desgarradora historia de la conquista de América desde la perspectiva violenta con que se llevó a cabo. Es especialmente importante el libro”La Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias”, publicado en el año 1522 por el mencionado fraile dominico y quien se convirtió en un ferviente defensor de los indígenas durante el siglo XVI.

Las creencias populares en la época del descubrimiento de América, alrededor de 1492, con la cercanía a la mitad de un milenio, estimulaban ideas de finalización del mundo, de la cercanía de un apocalipsis por la proximidad del año 1500, tal como en la actualidad son las relacionadas con la finalidad e inicio de un nuevo milenio. Un aspecto interesante es que en el Viejo Continente se creía que la evangelización estaba casi completada, de manera que la cercanía de un "fin del mundo" era probable.


Esto promovió que el descubrimiento de un Nuevo Mundo, con habitantes que eran desconocidos para el Viejo Continente, hiciera que los conquistadores consideran a los nativos como “sub-humanos” y sin alma que salvar, además de cultural, intelectual y religiosamente inferiores. El maltrato, el saqueo y la violencia se mantuvieron por muchos años, al punto que el Papa Pablo III proclamó en 1540 que “no se podía privar la libertad ni arrebatar los bienes a los naturales americanos, a los que había que convertir por medio de la predicación y el ejemplo”, reclamo que por supuesto no prosperó. Pasaron casi 500 años para que los tres últimos papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, pidieran perdón por el trato injusto recibido por los indígenas de este continente, durante la conquista y evangelización.

Cada vez más sociólogos, historiadores y teólogos, así como instituciones académicas de prestigio, nos muestran que la visión novelesca de un descubrimiento y conquistas pacíficas, están lejos de ser ciertas. El doctor e historiador Guerrero Vinueza en su artículo de 2008: “El ‘Otro Oro′ en la Conquista de América: las Mujeres Indias, el Surgimiento del Mestizaje”, (https://revistas.udenar.edu.co/index.php/rceilat/article/view/1343) acertadamente menciona que por años los historiadores no se han enfocado en el “otro oro”, las mujeres nativas, que fueron violentadas y de las cuales nació “el mestizo, como hijo de la violencia” pero que más temprano que tarde se rebelarían contra sus padres.


Es llamativo que, en octubre de cada año, se celebre el “mes de la hispanidad” y el “mes de las misiones”, quizá para recordarnos “un nunca más de nuevo” y en este sentido son válidas las palabras de Juan Pablo II: “En esa Evangelización, como en toda obra humana, hubo aciertos y desatinos, ‘luces y sombras’, pero ‘más luces que sombras”. Cada octubre espero que esto se vuelva realidad.

Médico y Doctor en Teología

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