Pedazos de troncos, ramas, basura, depósitos de arena y lodo es lo que quedó en las tres manzanas de cultivos de maíz y maicillo que Víctor Manuel Rivera Majano cuido con mucho afán por casi dos meses, hasta que la borda del Río Gran de San Miguel, en caserío Santa Fidelia, cantón la Canoa, se rompió y permitió que la fuerza del agua arrastrara todo a su paso, como consecuencia de los aguaceros que ocasionó la tormenta Julia.
“El maicillo era para darle de comer a los animales, estamos viendo en verano ¿cómo vamos hacer? La idea era molerlo hacer silo y la otra parte darlo molido, y ahorita estamos afectados porque se nos acabó el pasto y donde andan los animales casi no hay pasto para ellos. Esto es los más duro para nosotros porque las ilusiones que teníamos para mantener a los animales con el zacatillo que teníamos, ahorita todo se nos ha ido abajo”, comentó Víctor Rivera.
El es el hombre que fue rescatado en helicóptero junto a su familia cuando el Río Grande se desbordó. Asegura que ese momento le ha dejado marcado, y como familia aún no regresan a la que ha sido su casa por años.
Lee también: El nuevo mercado de Santa Ana será un edificio de varios niveles, dice alcalde
En la vivienda aún se pueden observar los estragos de la tormenta. Víctor perdió todos los enseres del hogar, ropa, alimentos, tres sacos de maíz que conservaba en el interior de un silo, cercos y cultivos. Solo en estos últimos estima una pérdida de $900.
En el cantón únicamente los miembros de la Adesco han realizado un censo que, al parecer, fue entregado a la alcaldía de San Miguel.
“Dicen ellos que es para poder darle vivienda a uno o trasladarlo a otro lugar, que eso lo iban a pasar a la alcaldía, pero por el momento no han dicho nada (…) Yo he estado viviendo todos los días y no han dicho nada respecto a eso (visita del MAG), uno quisiera que le ayudaran en algo. Todo ese cerco se lo llevó el río, sería bueno que vinieran y nos ayudaran en algo, pero es de esperar a ver qué pasa”, expresó el migueleño.
La fuerza del Río Grande derribó un aproximado de tres kilómetro de borda en varios tramos, lo que permitió que las fuertes corrientes, sin precedentes, ingresaran a la comunidad y afectarán a un aproximado de 40 agricultores, quienes habían sembrado maicillo y maíz en el caserío Santa Fidelia.
José Moris Romero, de 58 años, también perdió cerca de tres manzanas de maicillo.
También: Gobierno planea tren aéreo en zona metropolitana de San Salvador
“Solo le faltaban 20 días para que cuajara bien. Creo que con manos de obra y todo, invertí unos $800. Esto lo siembro para darle de comer a los cinco animalitos, lo que les estoy dando es de una milpa que tenía en el cerro”, dijo Romero, quien expresó sentirse preocupado porque el saco de alimento para ganado ronda los $22.00 y solo le dura dos días.
“Tengo que ver cómo le hago porque yo quiero reparar ese cerco y ver cómo sembrar de nuevo. Creo que se pega porque la tierra quedó mojada, lo único que el terreno está destruido, debe de esperar que seque y se limpie. Ya para inicio del otro año puedo sembrar por la humedad de la tierra o le consigo un motor y le tiró agua”, expresó Romero.
La casa de Edgar Barraza no sufrió daño alguno por encontrarse en una parte alta, pero la calle de acceso ha sido cortada. La manzana de terreno sembrado con maíz y maicillo se perdió, ya que se encontraba en la parte baja del cantón y quedó al paso de la corriente del Río Grande.
“Le invertí abono y semillas, no tengo ganado, pero siempre siembro para acuerpar a mi hermano con su ganado. Estamos un poco desconcertados porque a la fecha nadie ha venido a proporcionarnos una ayuda acerca de la agricultura. Vienen rumores de las casas, a mí no me afecta, pero quedó aislado”, señaló.
Los propietarios de al menos unas cinco casas ubicadas en la parte baja del caserío aún no han retornado a sus viviendas a la espera que termine el invierno por temor a otra llena. En el lugar se observan dos maquinarias pesadas con las que realizan labores de limpieza y rellenado en los terrenos, o reparando las vías de acceso. A pesar de que el terreno continúa húmedo y de vez en cuando implica que la maquinaria se quede atascada.