El ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Lula da Silva libran este domingo su pulso final por la presidencia de Brasil, en un balotaje de desenlace abierto que mantiene en vilo al gigante sudamericano, profundamente dividido.
El presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, se mostró confiado este domingo en que saldrá "victorioso" en las elecciones frente al izquierdista Lula da Silva, al votar en Rio de Janeiro.
"Si Dios quiere, saldremos victoriosos esta tarde. Mejor dicho: Brasil saldrá victorioso", dijo el mandatario a periodistas tras votar con una camiseta amarilla en el barrio Vila Militar, zona oeste de Rio. "La expectativa es de victoria", añadió.
Un tecnócrata centrista para Lula, un general de línea dura para Bolsonaro: los candidatos a la vicepresidencia de Brasil también tienen perfiles diametralmente opuestos, a la sombra de los aspirantes al cargo supremo.
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Alckmin, un improbable aliado
A primera vista, la elección de Geraldo Alckmin, de 69 años, como compañero de fórmula del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) podría parecer incongruente.
En 2006, ambos se enfrentaron en la segunda vuelta de los comicios presidenciales y Lula fue reelegido con el 60% de los votos.
Alckmin era entonces miembro del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un histórico movimiento de centroderecha que cofundó en 1988 y que gobernó Brasil de 1995 a 2002, con Fernando Henrique Cardoso como presidente.
A quienes consideran antinatural su alianza con Lula, este exgobernador de Sao Paulo les responde que ha llegado el momento de unirse en defensa de la democracia, amenazada, según él, por el ultraderechista Jair Bolsonaro.
"Algunos pueden encontrar esto extraño. Disputé la segunda vuelta contra Lula en 2006, pero el debate fue a otro nivel, nunca pusimos en peligro la democracia", declaró a finales de marzo, cuando se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB, de centroizquierda), que sentó las bases de su alianza con el exmandatario.
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Braga Netto, el fiel soldado
Bolsonaro, en cambio, prefirió como compañero de fórmula a Walter Braga Netto, un hombre de su confianza al que había ubicado en puestos estratégicos de su gobierno antes de lanzarse a la carrera por la reelección.
Su perfil es diferente al del vicepresidente saliente, Hamilton Mourao, también general, pero que ha demostrado abiertamente su independencia respecto al jefe del Estado, con posiciones a menudo más moderadas.
Braga Netto, de 65 años, es considerado un bolsonarista empedernido y es más discreto.
En marzo de 2021, justo después de ser nombrado ministro de Defensa, este antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército, que pasó a la reserva un año antes, provocó un gran escándalo al decir que el golpe militar de 1964 debía ser "celebrado" como un "movimiento" que había permitido "pacificar" el país.
Pero fue en 2018 cuando se dio a conocer al gran público, al asumir la jefatura del mando militar bajo el que se situaron las fuerzas de seguridad del estado de Rio de Janeiro para combatir el crimen organizado.