El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han estado advirtiendo que América Latina crecerá menos en 2023 porque, aunque los precios de varios productos primarios están altos, la región enfrenta problemas serios en varias dimensiones: el crédito se está volviendo escaso y más caro, los ingresos de capital están disminuyendo, la inflación está subiendo, los déficits fiscales son excesivos, la deuda externa está muy alta y los pagos de intereses representan ya un porcentaje altísimo de los gastos de los gobiernos, y la inflación está altísima. A pesar de todos estos problemas, las dos instituciones parecen estar extrañamente optimistas. En un reporte de hace dos semanas el FMI desató mucha congoja al predecir que la región crecería 1.7% en 2023. A pesar de la congoja, este pronóstico parece optimista dados los problemas que confronta no solo América Latina sino el mundo entero.
Parece que la gente, incluyendo los del IMF y el Banco Mundial, todavía no toma en cuenta el efecto de la subida de intereses que todos los bancos centrales han anunciado y están llevando adelante. Poca gente ha entendido, por ejemplo, que lo que pasó en Inglaterra con los bonos del gobierno, que botó a la ex–primer ministro Liz Truss, fue solo un ajuste desordenado a las tasas de interés más altas, y que, por tanto, puede pasar en cualquier otro país, con bonos estatales y privados y con otros papeles financieros.
¿Qué fue lo que pasó en el Reino Unido?
En el Reino Unido el gobierno de Liz Truss bajó bruscamente los impuestos y dejó el presupuesto desfinanciado (es decir, los ingresos no alcanzaban a pagar los gastos). La gente que tenía bonos del gobierno se asustó pensando que eso subía el riesgo de tener esa deuda. Con la demanda por los bonos bajando, sus precios cayeron fuertemente, y grandes instituciones que dependen de esos bonos para pagar sus obligaciones se quedaron con bonos devaluados que, si algo no se hacía, las iban a llevar a la quiebra. Estas instituciones incluían los fondos de pensiones. El problema ya se resolvió, pero no se ha hablado mucho de que eso puede pasar en otros países y con bonos no sólo del gobierno sino también con bonos privados porque el precio de los bonos cae no solo porque la gente pierda confianza en ellos sino también si las tasas de interés suben porque el precio varía inversamente con la tasa de interés. Es decir, cuando los intereses suben, los precios bajan, y viceversa. Como los intereses están subiendo, y van a subir mucho, muchísimo más, los precios de los bonos y de las acciones y de los otros activos financieros van a bajar todavía más. Si estas caídas llegan a afectar a instituciones financieras, como pasó en Inglaterra, crisis similares pueden tener lugar en otros países. La multiplicación de estos eventos puede llevar a una crisis global. En estas circunstancias, contar con un sistema bancario sólido, como lo ha sido hasta este momento el de El Salvador, es crucial. Las reservas de liquidez bancaria deben mantenerse altas. Como vienen las cosas, con algunas excepciones (como los países que dependen mucho de ciertos productos primarios que tendrán precios muy altos por la guerra), Latinoamérica debe considerarse bien servida si su producción no decrece.
El gobierno de El Salvador ha estado usando las reservas de los bancos para financiar gran parte de sus enormes déficits fiscales con una estrategia que es como quitarse el hambre comiéndose una parte del propio cuerpo. Esto debe dejar de hacerlo y en realidad revertirlo al menos parcialmente a partir de ahora para evitar que una potencial crisis global cause demasiado daño al país.
El gobierno debe prepararse para malos tiempos.
Máster en Economía
Northwestern University