El nombre de Christian Schlensak, ha quedado grabado en el corazón de cientos de familias salvadoreñas luego que el cirujano cardíaco ha dedicado años de trabajo para salvar la vida de niños de escasos recursos que sufren enfermedades congénitas.
Con un corazón dedicado a la niñez salvadoreña, el cirujano tuvo su primer acercamiento con el país cuando aún se encontraba en el proceso de formación profesional al estar de frente con las carencias y los desafíos que enfrentaba la red de salud hizo propio el compromiso de ayudar en cuanto tuviera una oportunidad.
Al culminar su formación como cirujano cardíaco pediátrico en Toronto, llevó a cabo su primera misión quirúrgica en el "Hospital Nacional Benjamin Bloom" en el 2003, a la fecha ha salvado más de 300 vidas.
Su equipo conformado por 12 personas entre él y un colega cirujano guatemalteco-alemán, anestesiólogos, intensivistas y otros cubre el proceso completo para tratar a los menores desde la consulta, su preparación preoperatoria y el cuidado post operatorio, el grupo llegó a el país el pasado sábado 22 y debe terminar labores este próximo 29.
Los desafíos en el quirófano incrementan debido a que solo se cuenta con una sala de operación y se debe atender dos menores cada día, luchando a contra reloj debido a que en esta ocasión el equipo llegó al país con un periodo de tiempo de ocho días para atender a sus pacientes quienes junto a sus familias los esperaban con ansias.
Durante su misión humanitaria nombrada “Corazón Alemán” el especialista Schlensak, recalcó que “el objetivo es el mismo muchos niños en El Salvador con problemas cardiacos no pueden ser tratados y eso es lo que queremos hacer cada vez que venimos, salvar vidas”.
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También el médico señaló que ha considerado que al retirarse de su servicio en Alemania establecerse junto a su esposa salvadoreña en este país para formar un centro cardiovascular para niños de la mano de instituciones publicas y organizaciones humanitarias.
“Los niños son los que más ayuda necesitan, pero también se pueden tratar adultos” ya que según explicaba uno de cada 100 recién nacidos tiene un defecto cardíaco congénito, sin cirugía la mayor parte de estos menores no llegarían a la edad adulta.
Pero su contacto con los pacientes no termina al salir de quirófano ni con el post operatorio Schlensak se conmueve al recordar que ha mantenido comunicación con pacientes atendidos en jornadas anteriores: “Tenemos un contacto muy estrecho con algunos niños y padres. Nos conmueve una y otra vez ver lo bien que se desarrollan los niños después de la cirugía”.