Liz Truss renunció el jueves pasado al cargo de primera ministra del Reino Unido, después de una semana caótica. Aplauso final inédito para ella, que se lleva la permanencia más corta en en la historia en el 10 Downing Street, que además se reveló inédita y sembrada de trampas y trucos que hacen aparecer dulce el periodo de su predecesor Boris Johnson.
Desde principios de año, Gran Bretaña habrá conocido por lo menos tres jefes de gobierno, todos del partido conservador. Liz Truss llegó al cargo después de varios escándalos que involucraron a Boris Johnson en un contexto de tensiones económicas y sociales. La guerra en Ucrania reforzó este contexto al que Liz Truss quiso responder presentando, después de 10 días de duelo por la muerte de la Reina Isabel II, un programa conteniendo bajas importantes de impuestos que asustaron los medios financieros. Cambios sucesivos, dimisiones de los ministros de hacienda o del interior, tantos hechos que acabaron con una jefa de gobierno que no logró imponer su autoridad y explicar el rumbo económico de su programa, añadiendo incertidumbre a la preocupación que gana la sociedad británica.
Dogmática de la política “menos Estado e impuestos”, Liz Truss ilustra un periodo de la historia contemporánea británica que aparece para varios especialistas como “la crisis más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”. Contando con una inflación de 10%, un aumento exagerado del precio de la energía, pensaba que podía volver al crecimiento económico a través de numerosas rebajas de impuestos. Esta posición no pareció coordinada con los sectores económicos nacionales, lo cual creó perturbaciones con la City y el propio Banco de Inglaterra, por las bajas de ingresos que podían generar estas medidas.
Los primeros anuncios gubernamentales para luchar contra el costo de la energía fueron opacados por el triste evento de la muerte de la Reina. Tendrá que esperar el fin del periodo de duelo para poder anunciar un ambicioso plan económica que fue resumido por la entonces ex-ministra de hacienda, Kwasi Kwarteng, como “un mini-presupuesto”. Las bajas de impuestos iban a ser financiadas por la deuda, idea que preocupó a los mercados financieros, provocando la caída de la libra británica a un nivel bajo histórico. El 28 de septiembre, el banco de Inglaterra intervino sobre el mercado de bonos para enfrentar “un riesgo importante para la estabilidad del Reino Unido”. ¿Qué estaba pasando? La moneda nacional, la libra esterlina, llegaba a su nivel histórico más bajo, mientras las tasas de endeudamiento del Estado británico aumentaban drásticamente y los inversionistas vendían sus títulos de la deuda soberana. El Banco de Inglaterra intervino para evitar una crisis financiera mientras el propio Fondo monetario internacional (FMI) exigió de Londres un cambio de rumbo. El paquete presupuestario de Liz Truss había sido considerado como inflacionista a mediano plazo, cuando el Banco de Inglaterra hace todo para limitar la inflación.
El mecanismo de “una crónica política de un fin anunciado” se podía en marcha frente a los ojos a la vez estupefactos y desilusionados de la opinión pública. Sobre el terreno puramente político, sondeos revelaron que el partido laborista tenía 33 puntos en adelante, a dos años de las elecciones legislativas.
El escepticismo se instalaba en el partido conservador y las redes del poder obligando la Jefa del gobierno, en los primeros días de octubre a renunciar a una primera ronda de medidas fiscales.
Cuando Liz Truss excluye, en la Cámara de los Comunes, el Parlamento británico, reducciones de los gastos públicos manteniendo las bajas de impuesto, las dudas sobre su política se hicieron más fuertes. El 14 de octubre, el ministro de hacienda dimitió y fue remplazado por Jeremy Hunt, que había postulado pocas semanas antes, para ocupar la posición de líder del partido conservador y entonces de Jefe de gobierno. Anunciará el 17 de octubre pasado la cancelación del programa económico. Liz Truss reconoció, en una entrevista con la BBC, “errores”, afirmando “sentirlo” pero excluyendo la idea de dimitir.
El 19 de octubre pasado, la ministra del Interior, Suella Braverman, dimitió. Este ambiente caótico se concluyo con la salida de la Jefa del gobierno, el 20 de octubre.
Más allá de la sucesión de eventos cada día mas deplorables para Liz Truss, estas últimas semanas revelan cuanto la realidad económica en un contexto de tensiones reforzadas por la guerra en Ucrania, tiene impacto sobre la esfera política y gubernamental. Liz Truss quedará como la primera ministra que hizo la transición entre dos monarcas simbolizando dos periodos de la historia del Reino Unido.
Politólogo francés y especialista en relaciones internacionales