El 22 de septiembre anterior, la Policía Nacional Civil (PNC) capturó a José Marcelo Sibrián, de 63 años. Al siguiente día, a media mañana, en su cuenta de Twitter se agenció un gran triunfo: Había capturado al responsable de asesinar a María Teresa Martínez de Sibrián, de 56, crimen registrado el mismo 22 de septiembre, en el cantón Los Sitios, Nueva Trinidad, departamento de Chalatenango.
“José Marcelo Sibrián es el responsable del homicidio registrado ayer en Nueva Trinidad, Chalatenango. Fue capturado la tarde del jueves, tras asesinar a su compañera de vida, María Teresa Martínez de Sibrián. Le espera 50 años en la cárcel. Ningún delito quedará impune”, escribió la PNC.
Pero nada de eso resultó cierto porque José Marcelo, compañero de vida de la víctima, fue liberado tres días después. Y el delito de feminicidio contra María Teresa continúa en la impunidad a pesar de los fuertes indicios que, según vecinos y familiares de la víctima, hay contra varias personas del mismo municipio.
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Hasta ayer habían transcurrido 18 días desde que la PNC arrestó a José Marcelo y, de acuerdo con fuentes judiciales y de la misma Fiscalía General de la República (FGR) esta institución no presentó ninguna acusación contra José Marcelo.
Es más, de acuerdo con fuentes policiales, José Marcelo fue arrestado supuestamente porque se opuso a ser detenido. Eso dicen las fuentes a quienes les resulta poco creíble tal aseveración debido a que el hombre tiene una grave discapacidad visual.
Sus familiares detallan que desde hace varios años, José Marcelo es lo que se conoce como un cegato, es decir, que solo ve bultos. En el caso de personas o animales, no distingue bien.
José Marcelo tiene 63 años, es un excombatiente de la exguerrilla. Sin embargo, su ceguera no es consecuencia del conflicto armado, sino que se le desarrolló muchos años después. Hace aproximadamente tres años fue sometido a una cirugía para extirpar unos tumores que, supuestamente, incidieron en la pérdida de la vista.
Anhelo de justicia
“Para muchos salvadoreños, el caso de feminicidio fue resuelto con la captura (de José Marcelo) pero eso no es cierto, sigue en la impunidad y queremos que se haga justicia; queremos que investiguen bien”, afirmó Juan Sibrián, hijo de la víctima y de José Marcelo.
De acuerdo con familiares, hay muchos indicios que apuntan a unas personas residentes en el mismo municipio de Nueva Trinidad y que, inexplicablemente, la policía y la Fiscalía no han actuado a pesar de que han transcurrido 18 días desde el crimen.
María Teresa fue asfixiada y presentaba signos de mucha violencia. Su cuerpo fue encontrado maniatado, de acuerdo con detalles proporcionados por sus familiares.
De la casa se robaron las matrículas de al menos 19 vacas y dinero en efectivo. Las fuentes afirman que el 21 de septiembre, ella había ido a retirar $2,000 que era dinero de uno de los hijos que viven en el extranjero.
Al siguiente día de realizar el reconocimiento legal del cadáver, la Policía y Fiscalía regresaron a hacer un reprocesamiento de la escena del crimen, es decir, que volvieron a buscar más indicios a la vivienda donde María Teresa fue asesinada.
En la casa de la víctima había perros que cuidaban el ganado y otros animales que la víctima tenía en su propiedad. A familiares de María Teresa les parece raro que los perros no hayan ladrado ante la llegada de desconocidos. Eso, afirman, afianza la hipótesis de que quienes cometieron el crimen eran conocidos de la víctima.
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Ella era una persona muy apreciada en Nueva Trinidad donde era considerada una lideresa comunal.
Ese reconocimiento la había llevado a ser parte del gobierno (Concejo Municipal) del municipio entre los años 2009 y 2015. En un primer período desempeñó el cargo de síndica. En el segundo, fue concejala suplente, según documentos del Tribunal Supremo Electoral.
Además de su liderazgo, María Teresa era reconocida por ser servicial. “A nadie le negaba un favor si ella podía hacerlo”, manifestó un habitante del cantón El Sitio, donde la víctima vivía entregada a sus quehaceres como ganadera.
“Deben investigar bien y capturar a los responsables. Queremos que se haga justicia, no importa quien caiga”, reclamó Juan, quien tenía previsto volver a El Salvador el próximo diciembre, pero ya no lo hará. El asesinato de su madre, afirma, le cambió la vida.