Recientemente estuve en Los Ángeles y visité varios supermercados, varias tiendas que ofrecen de todo y entre en una farmacias de las más conocidas en EEUU. Resumiendo lo que uno desee de alimentos, artículos del hogar o medicinas se encuentran por doquier y en los supermercados grandes ofrecen productos salvadoreños por la inmensidad de compatriotas que viven en ese gran país.
El sábado pasado, Óscar, uno de mis colaboradores, viajó a Las Vegas, donde por una semana estaría en la casa de su amigo y compadre para celebrar el cumpleaños de hija mayor, y por esa relación, llevó varios encargos de la madre y la hermana de su compadre y amigo.
Y cuando me enteré de la lista de las cosas que llevaría, casi recomiendo que de todas hay en Estados Unidos y que mejor las compren ahí. Pero por el entusiasmo con el que hacían las cuentas de cuánto pesaba cada cosa y las compras que había que hacer, guardé mi comentario pues seguro era inoportuno.
Y que iba en la valija, bien empacado, para que llegue perfectamente desde que lo coloquen cuidadosamente en la valija, no se estropee en el transporte al aeropuerto, del carro al mostrador de chequeo, la cinta hasta el carrito que la lleva al avión, la carguen en el avión, el transbordo en Miami, la descarga del avión, llevarlo hasta la cinta de recogida del equipaje en Las Vegas y al final hasta la casa… Son unas diez veces que la valija sería manipulada y quieren que todo llegue en perfectas condiciones…
Tuvo que pagar extra por el sobrepeso y ésta es la lista de los encargos: semita alta mieluda, salporas de arroz, hojitas de pan dulce, queso con loroco, queso duro blando, quesadillas hechas por la hermana, pupusas de queso, revueltas y de frijol con queso, semita pacha, quesillo, una pulsera hecha a mano para la cumpleañera, medicinas para la migraña, para el estómago, para la gripe y vitaminas.
Pues con entusiasmo, alegría y algunas lágrimas le confiaron a Oscar cada una de las cosas; él se comprometió a entregarlas al llegar, porque estarían esperándolo en el aeropuerto y ya tendrían la mesa lista para la cena en familia con las cosas que llegaban de aquí…
Y, según me contaron así fue, llegó a las ocho y media a Las Vegas y a las nueve y media disfrutaron la gran cena con todos los productos que enviaron la madre y la hermana. Fue una cena de lujo, no tanto por el precio de las cosas, cuanto por el valor de la ilusión, el cariño y el trabajo realizado.
¿Y es que las quesadillas fabricadas aquí que se exportan a Estados Unidos no saben igual que allá? ¿Y lo mismo el queso o la efectividad de las medicinas que químicamente son iguales?
¡Pues no, no saben igual! El secreto de las que llevó Óscar es que son las que manda la mamá y la hermana y tienen el ingrediente de amor, lágrimas y nostalgia que no tienen las compradas allá.
Así que en la valija no iban solo productos, sino mucho cariño, lágrima y recuerdos de las cosas de aquí. Además, hay que añadirle, los ruegos a Dios, por que la valija no se rompa, no la confundan en el transbordo, vayan en el mismo vuelo, no decomisen los productos en la aduana, lleguen como se esperaba y así llegaron.
Al final, no sé qué pesaba más, si las cosas que iban en la valija o el amor y la nostalgia que llevaba cada una.
Y como Óscar, muchos compatriotas cuando van a EEUU, llevan toneladas de amor y nostalgia de la gente de aquí a sus amigos y parientes de allá. ¡Así somos!
Ingeniero.