Tienen un físico innegable de que son hermanos. “Y esto (se señala el cabello) es herencia de mi padre”, cuenta entre risas Homer Velásquez. Su hermano Frank sonríe.
Don Juan, quien comparte para la fotografía, los mira con alegría. Sus hijos playeros han heredado su pasión por el fútbol, esa misma que lo hizo a él jugar en la de Ascenso. Pero igual heredaron su parecido.
Los hermanos Velásquez son así el orgullo de la familia. Se han convertido, en los últimos 15 años (desde 2007), en un éxito reconocido del fútbol playa de la Barra de Santiago, en Ahuachapán. Ambos en áreas distintas, muy marcadas en los últimos años, pero que hablan por sí solas por los triunfos que han alcanzado.
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Al final, son hermanos y comparten lo playero en todo lo que hacen en el día a día. Lo tienen en la sangre y eso los fortalece más.
“Nos llevamos bien. Aunque a veces no coincidimos en el mismo tiempo aquí en la casa, cada quien por compromisos diferentes que tiene, pero siempre estamos pendientes del otro”, detalla Homer, el mayor, el técnico de la Barra (femenino y masculino) y de la Selección de Playa de República Dominicana.
Garantía de calidad
Como Velásquez, lo llevan en los genes el amor al fútbol playero. Frank y Homer han jugado la modalidad, aunque el segundo se quedó con la espinita de nunca haber estado con la Selección. Sin embargo, está feliz de tener en casa a uno de los mejores jugadores del mundo quien es su hermano.
“Orgulloso. Para Rávena (2011), sabía que iba a despuntar, andaba bien, y así pasó. Me siento muy orgulloso de Chico (así le dicen a Frank)”, declara sin titubear el DT.
Mientras Frank dice de su hermano: “Es ahora uno de los mejores técnicos del país y del área de Concacaf. Contento por él, porque puede lograr grandes cosas. La gente lo pide para Selección. Tiene que aprovechar las oportunidades que se le presentan, porque pueden venir grandes cosas para él”.
Sobre si su madre, doña Josefina (QDDG), estaría orgullosa de ellos, ambos lo aceptan. “Aunque a ella no le gustaba que jugáramos. Pero de a poco se dio cuenta de que esto era lo que nos gustaba, a pesar de que tuve dos lesiones, pero nos fue apoyando”, rememora el pívot.
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“Ella era de más entrega y lucha, de trabajo. Pero yo la veía que se ponía feliz cuando miraba la televisión y salía Frank jugando o cuando lo premiaban. Sí, estaría orgullosa de nosotros, de lo que estamos haciendo”, complementa Homer.
¿Y el papá? “¡Jáh! Ahí está esta torre. Por él, somos quienes somos. Él es más de trabajo y fútbol. Por él, tenemos este amor al fútbol playa. Siempre que Frank va a salir a un evento le dice cómo pegarle, qué puede hacer”, resume el técnico.
En cuanto a si todo esto implica que, como hermanos, el fútbol se habla en casa, que existan los regaños y señalen los errores para mejorar y se feliciten, no dudan en que es algo que sí pasa. Pero todo es para bien, con “críticas positivas”, como recalca “la Chola” Velásquez: “Siempre trato de ver antes donde puede haber un fracaso y lo digo”.
“Ni se siente la noche cuando uno pasa hablando de eso. De los recuerdos de cuando uno iba a jugar, de lo que uno hace”, dice Frank.
“Me acuerdo cuando mi papá me llevaba a ver los partidos desde que tenía como seis o siete años. Recuerdo cuando me compró mis primeros tacos, eran de hule, y yo estaba feliz”, rememora como anécdota el 11 de la Selecta.
Los hermanos Velásquez no ocultan así que siempre existen los buenos momentos, los enojos, pero todo es en familia. Que es para bien. Y esto los ha hecho madurar.
Orgullo barreño
Durante más de una década, los éxitos en la casa de los Velásquez siempre han llegado. En los últimos dos años, Frank ha continuado cosechando trofeos y méritos a su palmarés. Triunfos en torneos internacionales, máximo goleador del país y nominaciones de Beach Soccer.
“Son cosas que Dios da. Solo él sabe cómo va la procesión de cada uno. Porque yo sufrí muchas cosas antes, me marginaron, sufrí de bullying (acoso o burlas) por mi estatura, pero Dios premia. Este año ha sido bueno, la modalidad ha crecido mucho y también hay talento para nuevos valores”, acepta Frank, quien está nominado de nuevo a Mejor Jugador del Año y fue campeón goleador y destacado jugador de la Liga Nacional de Playa.
Mientras el coach de los caribeños resume: “No es fácil. Quedé campeón con la Barra con los dos equipos, hicimos el viaje a Italia (a la World Winners Cup), y aquí en la Barra siempre he hecho de todo en los torneos. Pero somos felices”.
Los Velásquez aceptan que todo lo que han cosechado viene, sobre todo, por la educación y las enseñanzas de sus padres. “No tengo vicios. Mi mamá nos enseñó a ser obedientes, disciplinados. Cuando nos llevaba a vender (al mercado), ya cada quien sabía qué día le tocaba. Nos enseñó a hacer oficio, a lavar”, acepta el romperredes de la Azul Playera, quien en el pasado siempre ha dicho que “los chilillazos” de su mamá los ayudaron en su corrección.
“Mi papá nos ayuda, nos aconseja, está pendiente de nosotros. Y mi mamá desde el cielo seguro nos cuida”, acepta el timonel y trabajador y dueño del ferri de la Barra.
Un abrazo a papá, la sonrisa y el marco a la foto. Frank y Homer van a la playa, a pegarle un rato a la pelota. Conversan como los hermanos que son y como los hombres en los que el fútbol playa los ha convertido. Toda una vida de fútbol y una felicidad eterna para los Velásquez.