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La renuncia del Cardenal

Por Carmen Maron
Educadora

El Salvador se ha vuelto un país donde todo, absolutamente todo, tiene que ver con política-sea los fallos de la actual, o los fallos de las pasadas-y los ataques y defensas a figuras y partidos. Pero en este mundo, no todo es política. Hay temas de espiritualidad, de deporte y de cultura general (si esta aún existe), que no tienen, ni deberían mezclarse con la política o la cultura de hígado que es el modus vivendi en el país. Y por eso, el anuncio de la renuncia del Cardenal Rosa Chávez como obispo auxiliar de San Salvador ha resultado ser algo novelesco.

  Nada más alejado de la verdad. Dentro de la Iglesia Católica,  todo Obispo o Arzobispo esta obligado a presentar su renuncia al Papa a los 75 años y se convierte en Obispo o Arzobispo Emérito. Si bien él presentó su renuncia a los 75 años, y luego fue nombrado Cardenal (título que continúa ostentando), y hasta ahora, años después,  se hace efectiva  su renuncia, no es nada que otros obispos y arzobispos no hayan hecho, aquí  en el país, en Europa y en la China. Incluso un Papa (Benedicto XVI) lo hizo. En la Iglesia hay normas, tiene su propia constitución (El Canon);  allí, no hay cambios a las reglas, a menos que haya excepciones,como en este caso. Se hace porque se hace. Más allá de eso, Monseñor ha sido Arzobispo Auxiliar por 40 años, más tiempo que la vida de algunos lectores.

  Pocos saben que además de sus estudios Teológicos, el Cardenal tiene una Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad de Lovaina en Bélgica (considerada la mejor del mundo). Tampoco que fue rector del Seminario Mayor San José de la Montaña. O que fue nombrado por el Papa Francisco como  miembro del Dicasterio del Desarrollo Humano Integral. O que en muchos países-tristemente no en el nuestro, donde nadie es profeta en su tierra- es invitado a dar conferencias, seminarios y retiros. Y la lista sigue. Pero (y siento si los ofendo), parece que mi país insiste en ser un feudo donde nos decantamos por lo que media humanidad dice sin tomarnos la molestia de entender qué hace notable a un salvadoreño, en lugar de leer al menos Wikipedia. Otra razón por la que esta renuncia debería motivarnos a conocer quién fue el obispo auxiliar.

¿Y ahora? Bueno, él sigue como sacerdote y como párroco en la Parroquia San Francisco. Sigue siendo Cardenal, aunque ya no puede votar en el cónclave. Y sigue de asesor espiritual de aquellas organizaciones de lo cual lo es. Y ya. Hizo lo que tenía que hacer, renunciar, después de una vida en la cual, tristemente, nunca quedó bien ni con ARENA, ni con el FMLN, ni con nadie, porque prefirió ser fiel a lo que él consideraba su misión, y por eso vez talvez se le hizo a un lado a la hora de ser nombrado Arzobispo. Y, sin embargo, él siguió trabajando igual.

  Quizás lo triste que Monseñor sea ahora obispo emérito  es que, para nuestro país, se cierra el ciclo histórico y eclesiástico del  cual el Padre Rutilio Grande, Monseñor Romero, Monseñor Rivera y Damas y el ahora obispo emérito y Cardenal Rosa Chávez eran piezas claves- el ciclo de la Iglesia de los mártires. Y es triste que se cierre sin que muchos católicos hayan comprendido lo necesaria e importante que era la justicia social para nuestro país, y que el país tampoco haya entendido la imperiosa necesidad de diálogo, como la vió el Cardenal, y Monseñor Rivera y Damas antes que él y Monseñor Romero aún antes.

  En conclusión, en lugar de tanto revolú, la noticia se debería tomar como lo que es: una jubilación. Si usted no es católico o no le importa, pase a la siguiente noticia. Si usted es católico o de otra denominación, y reconoce la labor del Cardenal, démosle gracias a Dios y gracias al Cardenal por caminar con su pueblo por cuarenta años y roguemos por un retiro pacífico, y porque Dios nos dé un buen y santo nuevo obispo auxiliar

 La vida, repito, no es sólo política. La vida también cierra ciclos históricos, y con la renuncia de Monseñor Rosa Chávez, se cerró uno. Quiera Dios que quien tome su lugar sepa caminar con su pueblo como él lo hizo. ¡Gracias Monseñor! Que esta nueva etapa de su vida sea también sea fructífera hasta que el Señor lo llame.

Columnista

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