Es increíble que un demagogo, Lula, que pasó varios años en la cárcel por la corrupción con bienes públicos y que además fue fundador del llamado “Foro de Sao Paulo” -la hoja de ruta para que el socialismo del siglo XXI destruya democracias- sea el favorito, aunque por escaso margen, para triunfar en las venideras elecciones…
En Filipinas el hijo del exdictador Ferdinand Marcos ha sido electo presidente, pues los electores han olvidado los horrores y la corrupción del viejo régimen, entre ellos encontrarle a su mujer Imelda mil pares de zapatos, que fueron distribuidos a la población pero que casi de inmediato bromistas en Estados Unidos recolectaron zapatos basura para enviárselos a la mujer.
Pese al desastre de su guerra, que ha costado muchas más vidas que la frustrada invasión rusa a Afganistán, se dice que el criminal de guerra y envenenador Putin sigue contando con una medida de popularidad en Rusia, como es seguro que pese al descomunal desastre del chavismo en Venezuela, hay grupos que volverían a votar por Chávez si este logra salir del infierno.
En Estados Unidos, el respaldo que aún tiene Trump entre los republicanos dice mucho, ya que se basa en la gran y descomunal mentira de que él ganó las elecciones, lo que dio lugar a que una masa de enloquecidos de sus adeptos estuviera a punto de asesinar a varios políticos prominentes en el asalto al Congreso, entre ellos a Nancy Pelosi y al propio vicepresidente Mike Pence, que rehusó invalidar los recuentos de los colegios electorales.
Pero Trump cada día está más cerca a ser encausado por actos criminales, como lo ha sido Lula, pero de ser así pierde para siempre sus derechos ciudadanos.
Violencia engendra violencia: generando una peste social
La violencia genera violencia y al no ponérsele frenos conduce a hechos más graves, como está sucediendo en algunas partes de Estados Unidos donde los “sin casa”, los desarraigados, los antisociales se toman vecindarios, obligan a los dueños de inmuebles a desocuparlos, un fenómeno que se da en nuestro país causado por las pandillas, que en parte se sienten alentadas con la negativa del régimen de Bukele de extraditar a Estados Unidos a cabecillas pandilleros.
Que el propio presidente de Estados Unidos haya instigado el asalto al Congreso y al hacerlo en una medida condonado la violencia, ha generado un aflictivo surgimiento de bandas de violentos que se unen para asaltar negocios (un par de tiendas Norstrom han sido un blanco e incluso el Metro de Nueva York) o que de pronto irrumpen en algún sector de una ciudad para atacar con garrotes a transeúntes, lo que entre otras consecuencias ha causado que muchos estudiantes de universidades tengan miedo de salir de sus campus, lo que además se agrava con los ataques de pistoleros a grupos diversos, los más espantosos siendo las matanzas de niños como sucedió en la comunidad de Uvalde, Texas, en mayo pasado.
Con horror contemplamos cómo los incautos por doquier definen elecciones, el destino de pueblos enteros, es para preguntarse qué espera al mundo en lo que resta del siglo XXI, el siglo del conocimiento que también está siendo definido como el de la ignorancia y la violencia.