El agua del río Torola comenzó a subir de nivel y el paisaje habitual se está convirtiendo en algo desconocido para los habitantes de la zona que durante generaciones han convivido con el río. El pueblo de Carolina, al norte de San Miguel, amaneció la mañana del 14 de septiembre con un lago en formación a sus pies porque ya empezó el llenado del embalse de la presa “El Chaparral”, ahora bautizada como “3 de Febrero” (fecha en que Nayib Bukele ganó las elecciones presidenciales en 2019).
Han pasado 14 años desde que se colocó la primera piedra de la construcción, un 30 de septiembre de 2008. Los lugareños sabían que el embalse era algo inevitable y que sucedería tarde o temprano. La Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del río Lempa ( conocida como CEL) compró todas las propiedades que quedarían inundadas, pero a criterio de sus antiguos dueños, no fueron justos con los precios y consideraron a la presa como “un monstruo” al que no se podía ganar.
Se desconoce cuando podría comenzar a funcionar la nueva presa hidroeléctrica, ya con el llenado del embalse. CEL no ha informado nada al respecto.
En el municipio de Carolina la conexión que existía entre las siete comunidades del otro lado del río Torola era un puente colgante ubicado a unos 3 kilómetros del casco urbano. Por allí pasaban, desde hace unos 20 años, personas, ganado, motocicletas y los insumos para abastecer tiendas.
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La mañana del 14 de septiembre, luego de fuertes lluvias, los habitantes ya no pudieron cruzar el puente, pues, el agua cubría ya casi toda la plataforma de paso. Cuatro días antes, el 10 de septiembre, personal de CEL se había reunido con los pobladores afectados para informarles que la llena del embalse iniciaría el primero de octubre. Pero por lo vivido por los residentes, todo indica que este proceso inició antes.
Los enviados de la CEL insistieron que el llenado del embalse se realizaría de todas maneras y como solución brindarían lanchas para cruzar a los residentes de una orilla a la otra. Aún así, los lugareños insistieron en la necesidad de un puente.
Ya con el paso cortado, los pobladores se movilizaron para pedir a la CEL ayuda para transitar sobre el nuevo embalse. Fue entonces que la institución brindó dos lanchas que no daban abasto ese día, han relatado a este medio vecinos, quienes por primera vez se subían a una lancha.
“Mientras no haya puente, no habría embalse. Así habíamos quedado. Esto (el llenado) nos tomó por sorpresa. La gente pedía que antes el puente lo terminaran de construir”, manifestó Samuel Argueta, habitante y desplazado por la construcción del embalse. Consideran que la ruptura del acuerdo fue una estrategia de la CEL para que no les quedará de otra más que acoplarse a las conveniencias de la hidroeléctrica.
Una casa destruida
Uno de los afectados por nuevo el embalse es José Diógenes Pineda, quien después de dos años de abandonar su antiguo hogar en el cantón Vado Ancho, regresó para observar los cambios causados por la subida del nivel del agua en sus antiguas tierras de cultivo. CEL le había permitido sembrar y pastar a sus vacas a pesar que el terreno ya no le pertenecía. Mientras tiene en frente los ruina de lo que era su casa, narró como el 14 de septiembre se despertó asustado a la una de la madrugada. Como llovió toda la noche y toda la madrugada, se levantó pensando en el ganado que había dejado en el terrero y que debía de sacarlo antes de que el río se desbordara.
En la oscuridad, se encontró con que parte del agua ya había llegado a la casa y con ayuda de otros lugareños lograron sacar al ganado, algunos materiales que tenía guardados y parte de la cosecha de maíz que ya estaba mojada y que se arruinó. Él aún no sabía que eso no era un simple desbordamiento del río, sino que era que CEL había iniciado el llenado “sin previo aviso”.
“Había hablado con ellos (con representantes de CEL) y me dijeron que nos iban a avisar con tiempo lo del embalse. Pero esto fue de repente. Será que ellos no se percataron o no dieron el aviso. Al día siguiente ya estaba todo lleno (…) la casa la cubrió el agua y se cayó por ser de tierra”, señala José.
Como parte de un acuerdo con la compañía, los pobladores que cedieron sus tierras para el embalse podían seguir usándolas de manera provisional. Se llegó al acuerdo porque los afectados pasaron de tener varias hectáreas de tierra a tener poco espacio para realizar sus labores agrícolas a las que estaban habituados.
“Logré recuperar una porción de la cosecha porque lo demás quedó ahí”, expresó José Dióne con nostalgia y agregó: “Ahí estaba confiado uno, no dieron tiempo para recuperar lo que tenía uno y dejar la tierra vacía”.
Una promesa que tiene 14 años
Desde que comenzó la construcción de la presa, la promesa de un nuevo puente siempre estuvo en la discusión y solo por la presión de los afectados se comenzó a preparar las bases para uno nuevo.
El 18 de febrero de este año, Nayib Bukele llegó en helicóptero hasta Carolina para “poner la primera piedra” de esta infraestructura, pero sin mencionar nada de la fecha en la que el embalse empezaría a llenarse. A este evento se invitó a un grupo seleccionado de la comunidad a través de una carta para estar frente al mandatario; otros que intentaron llegar por su cuenta no se les permitió entrar.
Han pasado siete meses y los habitantes no han visto mayor avance. En el camino que lleva hasta la construcción únicamente se observa un rótulo que anuncia que solo faltan 93 días para que el puente esté terminado. La gente está escéptica sobre la conclusión de la obra para ese plazo por lo que se ve en el terreno y el ritmo de los trabajos.
“Estos puentes los vamos a tener listos a finales de diciembre. De verdad, ver cómo la gente tenía que pasar por el río, la manera de comunicarse de un municipio y el otro realmente era lamentable. Podría haber una emergencia y cómo salía; más si había un caudal alto en el río. Es imposible la comunicación”, manifestó Daniel Álvarez, presidente de la CEL, en una entrevista matutina de Canal 10 el 28 de julio. Según Bukele, la inversión será de $12.5 millones que incluiría miradores y estructuras para la práctica del bungee jumping.
El puente de Carolina que pasará sobre el embalse de la presa está a cargo de la Contratista General de América Latina, S.A. de C.V., una empresa mexicana que también está involucrada en la construcción del megacentro penitenciario en Tecoluca, en San Vicente, donde resguardará a todas las personas capturadas durante el régimen de excepción.