El artista salvadoreño, Simón Vega, desde su estudio de trabajo relata la visión de los tiempos que corren en El Salvador. “Para mí, es muy importante que el país pueda mantener esa capacidad de escuchar y de escucharnos”, reflexiona.
Vega, de 49 años, describe al suelo salvadoreño como un entorno volcánico y violento, pero a la vez fértil y propicio para la creatividad. “Somos gente muy cálida y caliente, a veces demasiado, que puede llegar al punto de la violencia”, dice.
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Agrega que ser salvadoreño, por tanto, es estar constantemente preparado para las eventualidades, pero también es ser flexible y saber reaccionar a diferentes aspectos del entorno y el contexto de los tiempos.
“El salvadoreño es trabajador y luchador, por naturaleza”, reseña y explica que, como artista, es importante saber abordar el tema de la identidad sin caer en sitios comunes. Es, además, cuestionar esos elementos identitarios.
“En mi entorno encuentro la inspiración de los temas que trabajo”, describe y añade que el arte es ese vehículo de exploración de la vida y de lo que nos rodea.
Por tanto, para Simón Vega, es importante que, en El Salvador, ese vehículo siga en marcha y no se permita el cierre de espacios y canales de expresión artística como instrumento de libertad.
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“Necesitamos libertad de expresión, es un tema importante para los artistas. Decir cosas que no todo mundo quiere oír”, razona y determina la vitalidad de la pluralidad para la sociedad salvadoreña contemporánea.
“Una sociedad saludable es una sociedad que tiene muchas voces”, reflexiona y expone que, en El Salvador, debe motivarse, cada vez más, la capacidad de cuestionar lo que sucede con propios y extraños.
Por ejemplo, hace hincapié en lo peligroso de situaciones como la búsqueda del desarrollo a costa de comunidades locales y de el medio ambiente y sus recursos, esto desde su experiencia como residente de la zona costera de El Salvador.