Pánico ante nuevas evacuaciones junto a volcán de Guatemala

Un portavoz de los bomberos de Guatemala dijo que una vez pasen 72 horas desde la erupción habrá escasas posibilidades de encontrar a alguien con vida.

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elsalvador.com

Por AP

2018-06-06 7:23:49

Recelosos de las autoridades que les dieron poco tiempo de evacuar antes de que nuevas coladas volcánicas descendieran hacia sus poblaciones, residentes cercanos al Volcán de Fuego en Guatemala no se arriesgaron cuando se anunciaron nuevas erupciones.

El tráfico quedó paralizado en carreteras colapsadas y los que no tení­an vehí­culos caminaban incluso desde el centro de Escuintla, que no recibió orden de evacuar. Los negocios cerraron ante la marcha de sus propietarios, que aún tení­an fresca en la memoria la explosión del domingo, que dejó al menos 75 muertos y 192 desaparecidos y convirtió un vergel en un paisaje lunar cubierto de ceniza.

Foto/AFP

Minra Priz, que vende tamales y chiles rellenos, lloraba sentada en una piedra en un cruce, con una maleta delante y acompañada por su hijo de 11 años, Allen, y su perro Cara Sucia, una mezcla de terrier.

“Se siente impotencia. No sé a dónde voy a ir. Dejar mis cosas, todo lo que tengo”, dijo.

Pero tras ver lo que habí­a pasado el domingo, tení­a miedo de quedarse.

Una columna de humo se alzaba este martes por la tarde de la montaña y material volcánico caliente empezó a descender por su ladera sur, provocando órdenes de evacuación para media docena de poblaciones y el cierre de una autopista nacional. El instituto nacional de sismologí­a y vulcanologí­a indicó que el humo que se alzaba del cráter podrí­a producir una “cortina”? de ceniza que alcanzara los 6 mil metros (20 mil pies) de altura sobre el nivel del mar, planteando un peligro para el tráfico aéreo.

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El volcán de Fuego, ubicado al centro-sur de Guatemala, comenzó a hacer erupción desde tempranas horas de este 3 de junio. Parte de la masa volcánica ha llegado hasta algunas carreteras aledañas al coloso. Según las autoridades, hay más de 1 millón 701 mil afectados y unas 3 mil personas han sido albergadas.

Rescatistas, policí­as y periodistas se apresuraron a abandonar la zona mientras una sirena sonaba de fondo y los altavoces repetí­an “¡Evacúe!”.

Entre los que huí­an estaba Pantaleón Garcí­a, jubilado y que pudo cargar a sus nietos en la parte trasera de una camioneta descubierta con un bidón de agua y algo de comida. Viajaban a casas de parientes en otra localidad.

“Hay que estar prevenidos, por los niños”?, comentó.

Foto/AFP

Cuando quedó claro el pánico que habí­an desatado las nuevas órdenes de evacuación, los responsables de emergencias hicieron una llamada a la calma.

En la población de Magnolia, incluida en la nueva orden de evacuación, los residentes huí­an cargando bultos, bolsas de ropa e incluso perros pequeños en los brazos.

Muchos caminaban a un lado de la autopista porque el tránsito de vehí­culos se habí­a quedado parado en la única carretera para salir.

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En años recientes el volcán había registrado una serie de erupciones menores y en esta ocasión las autoridades no habían ordenado ninguna evacuación porque sus científicos reportaron que la actividad parecía disminuir.

Para el martes, todo el mundo estaba familiarizado con las imágenes de la destrucción del domingo. Una serie de cañones, colinas y campos verdes se transformó en algo más parecido a una playa color beige con rocas y escombros que dejó una avalancha de material ardiente y nubes tóxicas que descendieron del cráter de uno de los volcanes más activos de Centroamérica.

Dos dí­as después de la erupción, en muchos puntos el terreno seguí­a demasiado caliente para que los equipos de rescate buscaran cuerpos o sobrevivientes, algo más improbable cada dí­a que pasa.

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Lilian Hernández no dejaba de llorar mientras nombra a cada uno de sus tí­os, tí­as, primos, su abuela y dos nietos, 36 familiares en total, desaparecidos y dados por muertos en la erupción.

Un portavoz de los bomberos de Guatemala dijo que una vez pasen 72 horas desde la erupción habrá escasas posibilidades de encontrar a alguien con vida.

En un control de carretera, Joel González se quejaba de que la policí­a no le dejaba pasar para ver la casa familiar en el pueblo de San Juan Alotenango, donde su padre, de 76 años, quedó sepultado por la ceniza junto con otros cuatro parientes.

“Dicen que los van a dejar enterrados allí­, ni vamos a saber si realmente son ellos… nos están quitando la oportunidad de despedirnos”.

Vista de una erupción del volcan de Fuego en Alotenango, Sacatepéquez (Guatemala) el domingo 3 de junio de 2018. Foto/ EFE